Los buitres sobrevuelan la tragedia de Puebla
@unogermango
Se cayó un helicóptero muy poco antes de celebrar la Natividad. Viajaban en él dos relevantes pasajeros: la gobernadora del estado de Puebla y su esposo. Cerca de las 6 de la tarde del 24 de diciembre, las redes sociales ardieron con inusitados rumores sobre la muerte de la pareja. Pocos minutos después, la confirmación llegaba desde el Twitter del presidente mexicano: Martha Érika Alonso, la gobernadora, y su esposo Rafael Moreno Valle, el exgobernador, habían perdido la vida al caerse su aeronave. No sólo ellos. También uno de los pilotos, Roberto Coppé Obregón, falleció junto a ellos.
Siempre será noticia un evento de tal magnitud. La política se compone también de tragedias. Sin embargo, la pareja del gobierno poblano apenas había salido triunfante de un escandaloso fraude electoral que, al final, fue avalado por los tribunales electorales encargados de castigarlo. La disputa por el poder del estado de Puebla fue uno de tantos embrollos en donde estaban enredadas sus vidas. El exgobernador poblano tenía demasiadas miradas puestas sobre él: desvíos del erario, leyes con tintes criminales, cercanía con ladrones de gasolina a gran escala, corrupción en diversas materias, fraude electoral y más, lo persiguieron hasta el día de hoy, en que las miradas aún continúan sobre su historia.
En un país donde los gobernantes se han caracterizado por sus inclinaciones a la violencia, la venganza y el asesinato, decenas de facinerosos se aprestaron a señalar al nuevo presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, como el responsable de la desgracia. Pequeños grupos criminales activos en Twitter aseveraron que se trató de una ejecución con autoría intelectual del presidente de México, quien apenas cumple 24 días en el cargo. Son cosas que pasan en las redes y aunque irritan, es bien sabido que algunas cuentas de Twitter existen precisamente para provocar esas sensaciones. Sin embargo, varios personajes públicos sugieren, con sus tweets, que el autor del accidente proviene del reciente gobierno. Eso nunca dejará de ser impresionante.
Vicente Fox Quesada, expresidente de México –sin duda un personaje oscuro y corrupto, cuyo paso como mandatario siempre se recordará como despreciable–, sugiere sin pudor que se trata de un asesinato relacionado con la “batalla democrática” por el estado de Puebla. Su odio contra Andrés Manuel López Obrador le niega cualquier posibilidad de aparentar una mínima inteligencia.
La irresponsabilidad de los comunicadores profesionales también es notoria en la fatalidad de los políticos poblanos. Por ejemplo, Joaquín López-Dóriga –decano del periodismo oficialista–, pocas horas después del suceso nombró, sardónico, a la falta de pronunciamiento de Miguel Barbosa, contrincante por la gubernatura de Puebla contra Marta Érika Alonso. “Amarranavajas”, le dirían en México. Más tarde, con sorna tuiteaba las frases de la conferencia de prensa en donde el gobierno federal anunciaba todo lo que hasta el momento se sabía del accidente. Mostró con orgullo su vocación de locutor parcial.
Lucrar con la tragedia es otro síntoma de los políticos mexicanos insignificantes. Siempre nos percatamos de que algo está podrido porque nos llega su mal olor. Fernando Belaunzarán, por ejemplo –desde que su partido político casi pierde el registro en las elecciones pasadas–, dedica su vida a tratar de denostar al actual presidente a través de Twitter. Igual que Fox, sugirió la responsabilidad de López Obrador porque éste no reconoció como legítimo el triunfo de Martha Érika Alonso. Se defenderá y dirán que no quiso decir eso, por supuesto, porque el lenguaje permite a los eufemismos esconder las intenciones podridas.
Las redes demuestran que las noticias viajan cada vez más rápido y en consecuencia, la información puede esconderse cada vez menos. La mayoría de los medios basaba, primero, sus comunicaciones en el mensaje de Twitter del presidente López Obrador, y después, en las confirmaciones del periódico Reforma.
La muerte de la gobernadora de Puebla y su esposo arrojó a los usuarios de los medios electrónicos, especialmente en las redes, en un vértigo comunicativo insólito. Los rumores sobre sus fallecimientos ocurrieron en minutos; la confirmación de sus muertes no tardó ni una hora; las conferencias de prensa de las instancias del gobierno federal ocurrieron apenas dos horas después y las opiniones se encuentran en total confrontación apenas a 4 horas del accidente. Se ha anunciado, incluso, el llamado a elecciones extraordinarias en los próximos meses.
Martha Érika Alonso, gobernadora de Puebla y Rafael Moreno Valle, senador de la República, fallecieron y nunca dejará de ser una tragedia, pero ya forma parte de la historia de México porque sucede justo en un mes en donde el país se encuentra convulso y sacudido por los cambios políticos. Lo que suceda en los próximos días será vital porque formaban parte de la resistencia política de aquel sistema del que México ha tratado de deshacerse. Ojalá, por el bien de este país, que los políticos y los comunicadores, la gente, puedan llegar a esta parte de la Historia con un poco más de civilidad de la que han mostrado hasta ahora.