Tlatelolco: “montón de tierra” con mucha historia
“La arquitectura es el testigo insobornable de la historia”
-Octavio Paz.
La Plaza de las Tres Culturas es una línea del tiempo hecha collage. Un edificio sobre otro trata de contar la historia que el otro no cuenta. Sin embargo, han dejado de pelearse el horizonte y ahora lo comparten, regalándonos una historia condensada y profunda.
El último reducto de la resistencia
En 1521, los habitantes de Tlatelolco y Tenochtitlan se unieron para combatir a los españoles sin lograrlo, aunque fue ahí el último reducto de la resistencia. Los foráneos erigieron el Templo Católico de Santiago con las mismas piedras que formaban parte del Templo Mayor como símbolo de su imposición. Así se completó el primer intento de borrar un pasado.
Modernidad importada
Más tarde se da el segundo intento, durante el boom de la arquitectura mexicana. El movimiento de la modernidad, el funcionalismo, había llegado de Francia a México. Esta corriente daba pasos agigantados en Europa porque su población salía de la segunda guerra mundial decidida a borrar un pasado cruel y vergonzoso.
El concreto intentaba petrificar el tiempo en muchos puntos del mundo, porque el futuro era “ahora”. En cambio, el funcionalismo llegó a México y se diluyó en manos de grandes artistas y arquitectos. Ciudad Universitaria de la UNAM es un ejemplo en donde nuestro amor y nostalgia por el pasado unió a dos tiempos e identidades. La mezcla en C.U. es algo así como la Plaza de las Tres Culturas hoy, pero a propósito.
Laboratorio arquitectónico
Uno de los arquitectos de Ciudad Universitaria y vocero de la modernidad, Mario Pani, llegó a Tlatelolco en 1960 para construir una de las obras más ambiciosas de la época. El Conjunto Habitacional Nonoalco Tlatelolco (Nonoalco significa el “lugar de los mudos” y Tlatelolco “lugar del montón de tierra”, ambos del náhuatl) fue edificado sobre lo que quedaba de la era ferrocarrilera: vivienda irregular habitada por obreros. La idea principal de éste conjunto era crear una ciudad dentro de otra ciudad. Como todo proyecto de buena fé, se prometió vivienda a los que habían habitado esa zona antes, pero al final, como muchos proyectos de buena fé, terminaron por subir de precio y desplazar a los viejos habitantes. Carlos Monsiváis describió al nuevo conjunto como ‘la utopía sin vecindades’.[i]
El 2 de octubre
El Conjunto fue completado en 1966. En 1968 la fama del conjunto catapultó de nuevo, esta vez por una razón siniestra. Hasta hoy, para muchos que sólo visitamos ese lugar, es por la memoria de los estudiantes masacrados. Ese día los estudiantes buscaron refugio en los edificios modernos que trataban de olvidar el pasado y sembraron en ellos un inevitable recuerdo que nos aflige a todos en cada movimiento estudiantil, en cada lucha o en cada 2 de octubre.
El terremoto
La naturaleza dio otro golpe duro. El 19 de septiembre de 1985 el terremoto que azotó la Ciudad de México también causó derrumbes en el Conjunto Habitacional de Tlatelolco, poniendo en duda los conceptos de modernidad y permanencia que se tenían en ese entonces. En el 2017, la Plaza de las Tres Culturas se convirtió en un campamento para los afectados del nuevo sismo.
Cada suceso ha traído aprendizajes de todo tipo. Este 2 de octubre se junta de nuevo la juventud para alzar la voz en el mismo punto. Extraña ironía, que siendo el lugar en donde se ha intentado borrar el pasado con tanto ímpetu, es justo en donde los muros hablan y la historia se cuenta sola.
Referencia
[i] Morfín, Mely. (2015) Clásicos de Arquitectura: Conjunto Habitacional Nonoalco Tlatelolco/ Mario Pani. Archdaily. https://www.archdaily.mx/mx/772426/clasicos-de-arquitectura-conjunto-habitacional-nonoalco-tlatelolco-mario-pani