“Los adioses”, una historia digna de ser contada
Ismael Hernández Lujano
Hace una semana vi la película Los adioses, basada en la vida de Rosario Castellanos y me dejó un sabor agridulce.
Como obra fílmica, es impecable: las actuaciones son estupendas (Daniel Jímenez Cacho nunca nos falla), el vestuario, las escenografías, todo es perfecto.
El problema de la película
Pero para mí, el problema está en el contenido: presentar la historia de Rosario Castellanos como la épica de una mujer por su liberación. Creo que como siempre, las clases privilegiadas presentan su propia vida, conflictos y problemas como lo más grave del mundo, como lo más importante y digno de atención.
Me explico: en pocas palabras, el conflicto de Castellanos era ceder a las presiones de su esposo y quedarse en casa a cuidar a su único hijo o seguir su carrera de escritora y docente universitaria y dejar el hijo al cuidado de la trabajadora doméstica.
¿Ese es el gran drama de la pequeña burguesía que merece ser retratado y recordado a través de una película? ¿Esa es la historia de lucha que debe servir de ejemplo a las mujeres de hoy? Insisto, la pequeña burguesía convierte sus problemillas domésticos en el centro del universo, los convierte en una épica que la retrata heroica, valiente, protagonista de la historia.
De problemas a problemas
Comparemos el “dilema existencial” de Castellanos (convertirse en ama de casa o seguir su carrera de escritora y dejar el hijo… al cuidado de la nana) con el drama verdadero de la mujer trabajadora. La mujer proletaria tiene estas dos opciones: salir a trabajar (no para consagrarse como escritora feminista, sino nada más para poder sobrevivir) y dejar a los hijos (sí, en plural) solos en la casa, la vecindad, el barrio, arreglándoselas como puedan.
La mujer proletaria no tiene la opción de dejar los hijos al cuidado de la sirvienta quizá porque ella misma es la sirvienta, la misma sirvienta que deja a sus hijos en el abandono por ir a cuidar los vástagos de las mujeres de la burguesía y pequeña burguesía.
Verdaderos problemas
Ese sí es un drama y una tragedia: la mujer del pueblo deja a los hijos en el abandono por salir a ganarse el pan, tiene que optar entre quedarse en casa para cuidarlos o salir a partirse el lomo apenas para darles de comer.
Frente a eso, los problemas de las Rosarios Castellanos de este mundo me parecen cosa menor, pero ellas, las mujeres privilegiadas económicamente, se encargan de sublimar su situación, de retratarla como una odisea en pos de la libertad, como una hazaña, como el centro del universo, lo cual pueden hacer en virtud del monopolio que detentan de la educación, la academia, la prensa y todo lo que llamamos cultura. Y todo esto no implica, ni de lejos, un juicio sobre la obra literaria de Castellanos.
Versión alternativa
Quizá hubiera sido más interesante y significativa una película sobre la sirvienta de Rosario Castellanos, sobre esa mujer anónima que abandona sus hijos por ir a cuidar hijos ajenos. Ella tiene su propia lucha como mujer, una lucha más encarnizada y profunda, más auténtica, más prometedora pero, para su desgracia, la sirvienta no sabe latín y tampoco tiene amigos y parientes letrados que hagan una película de su vida. Ella es una nadie, de las que hablaba Galeano, no contó con la educación y las herramientas para contar su propia historia; se ha vuelto invisible.
Bendito el día en que las nadie digan su palabra y cuenten al mundo su historia, quizá ese día tengamos historias mucho más interesantes en el cine.