Alteridad

Embarazo adolescente: falta de amor y oportunidades

Andrea Sasía


28 agosto, 2018 @ 11:24 am

Embarazo adolescente: falta de amor y oportunidades

En México, 1 de cada 5 embarazos es de una mujer que no ha cumplido los 18 años de edad.

Dicha cifra nos posiciona como el primer lugar en embarazo adolescente entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE); sin embargo, para comprender este problema, que suele reducirse a una cuestión de salud pública, se necesitan más que números e iniciativas gubernamentales que fomenten el uso de preservativos entre los jóvenes.

La mayoría de las veces el embarazo adolescente se plantea como el resultado de una educación sexual deficiente, y si bien es cierto que la educación es una causa fundamental, adjudicar su incidencia a la sola falta de información deja de lado a aquellas mujeres que no utilizaron ningún método anticonceptivo por el hecho de que querían embarazarse.

El embarazo como escape a la falta de oportunidades

Este porcentaje de la población merece nuestra atención porque no es únicamente rural y en muchos casos tuvo acceso a la educación sexual. Sin embargo, el formar su propia familia se presentó como una alternativa ante dos principales conflictos: falta de oportunidades y contextos familiares de violencia de los cuales deseaban escapar. Estamos hablando de mujeres que enfrentaban graves problemas económicos o situaciones familiares adversas y por ello decidieron tener un hijo.

La pregunta, entonces, es: ¿qué tan suya habrá sido esta decisión? Es decir, ¿qué tanto podemos explicar sus embarazos no a partir de la educación sexual de la que disponían sino de su estrecho horizonte de oportunidades? Hablar sobre cómo colocar un condón o sobre las implicaciones biológicas de un embarazo es atacar una parte del problema, pero ¿qué hacemos con esas mujeres cuyo embarazo es una fuga o un refugio donde pueden querer y ser queridas?

México: sin alternativas para las mujeres

Por otro lado, México no ofrece un panorama con alternativas favorables para la mayoría de sus mujeres, sobre todo para quienes aún son adolescentes. En primer lugar, la maternidad se concibe como un mecanismo para alcanzar cierto estatus dentro de la propia comunidad: ser madre, ama de casa y esposa significa cumplir con aquello que se espera de toda mujer sin importar su edad, y por lo tanto no representa ninguna diferencia el llevarlo a cabo a los 16 años que a los 26. A través de ese camino se accede a la emancipación, a la idealización de la vida en pareja y al reconocimiento de la sociedad.

No podemos mirar el embarazo adolescente desde una óptica de irresponsabilidad y decisiones precoces sin tomar en cuenta el contexto de machismo que prevalece en México. La férrea oposición al aborto, el abandono paternal, los proyectos de vida que se repiten ad infinitum entre las mujeres como conseguirse un buen hombre, casarse y tener hijos, siempre a expensas de la protección masculina. Aunque hablamos de decisiones personales, es difícil concebir un esquema que perpetúa la pobreza y que debilita las posibilidades de desarrollo de las adolescentes como elecciones conscientes e individuales.

Las causas de fondo son el machismo y la desigualdad

Finalmente, es importante recordar que vivimos en un México machista que obliga a las mujeres a ser amas de casa porque no les brinda oportunidades económicas, las encarcela por abortar y las estigmatiza por ser madres solteras o por no tener hijos. Este panorama se escapa de nuestras burlas y cotilleos cuando vemos una adolescente embarazada y de las iniciativas gubernamentales que rinden tan pocos frutos. En conclusión, si deseamos hablar de desigualdad y machismo tenemos que poner el acento en el embarazo adolescente: su principal resultado.

Andrea Sasía

Socióloga en ciernes, amante de los viajes y de una buena charla con los amigos.