Protestan en Francia por represión en Nicaragua
Mauricio Peralta
París, 1 de Agosto 2018
A menos de un mes de la conclusión de las que podrían ser las elecciones más importantes del siglo en México, a pocos meses de que se lleve a cabo la comisión contra las desapariciones forzadas, impuesta por la ONU al Estado Mexicano por el caso “Ayotzinapa” y, a 50 años de las represiones contra movimientos estudiantiles y sociales de 1968 (Mayo en Francia y 2 de octubre en México) – la violencia y la represión de Estado se apodera de otro sitio más en América Latina : Nicaragua.
A 100 días de la primera manifestación contra el paquete de « Reformas Laborales » anunciadas por el ejecutivo nicaragüense, que marca la explosión del conflicto entre los diferentes grupos manifestantes y el gobierno de Daniel Ortega, se ha convertido en una crisis humanitaria. La censura de los medios de comunicación, la represión, la desaparición y la muerte de centenas de compañeros a manos de fuerzas armadas “militares y paramilitares” comandadas por el régimen, nos indican el intento de acallar las voces del pueblo demandando la partida de Ortega-Murillo.
El movimiento conformado por trabajadores, jubilados, estudiantes y una gran base de grupos sociales, denuncian las prácticas criminales del “régimen” de los Ortega-Murillo, así que el silencio cómplice de líderes políticos y referentes intelectuales (auto)proclamados de izquierda. Situación agravada ya que Nicaragua no firma ni ratifica la convención internacional contra la desaparición forzada.
Entre las razones enumeradas por la sociedad y difundidos por diversos medios independientes, por las cuales Ortega-Murillo deben abandonar la presidencia y los diversos mandos atribuidos, se encuentran :
- La represión, el asesinato y la violación de derechos humanos generalizada y contra activistas, agricultores, trabajadores, feministas, defensores de Derechos Humanos
- La manipulación de entidades gubernamentales para sus propios intereses
- La creación de grupos de choque
- Atentado contra la libertad de expresión, vía la censura de medios de comunicación independientes
- El desmantelamiento de las instituciones
- Su corrupción y clientelismo
- Nepotismo
- Participación en la disolución jurídica de la oposición
- La destrucción de los recursos naturales del país
- La ley 840 del Canal de Nicaragua, que vela por los intereses de extranjeros y políticos, pero atenta contra la soberanía del país y sus campesinos
- La violación de su hijastra (Daniel Ortega)
- Coacción y amedrentamiento sobre funcionarios del estado
- El retiro de la Ley 779 contra la violencia hacia las mujeres
- Y sobre todo, la traición a la revolución Sandinista
Todo eso está aconteciendo en Nicaragua. La Tierra que fuera símbolo fértil de la esperanza emancipartoria a fines de los ’70, y que se ha convertido en un campo más de autoritarismo. La memoria mancillada de una de las revoluciones más nobles y esperanzadoras de Nuestra América, como lo fue y sigue siendo el proyecto de Sandino; la memoria de luchas anti-capitalistas de un pueblo sufrido pero valiente, ahora pisoteada para (intentar) encubrir la típica violencia ordinaria de un régimen dictatorial más, de esos que sobran y se repiten en nuestra historia.
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