El mundo que nació con los memes
Nos tocó presenciar el inicio de un fenómeno cultural: los memes; la generación conocida como Millenials se desenvuelve con agilidad, demostrando su ingenio, humor negro, habilidades tecnológicas y su alcance virtual en ese formato inédito.
Desde el año 2006 empezaron a salir los primeros memes. Dibujos sencillos (Rage Comics) que demostraban una emoción y que se podían adaptar a situaciones diversas. Al principio estaban en sitios especializados, como 9Gag, pero a diez años de eso, podemos ver que los ahora llamados memes, hacen referencia a procesos políticos, desastres naturales, chismes de farándula, y de lo que sea, recorriendo todas las redes sociales.
No es un fenómeno inofensivo. Constantemente hay gente que llega a la fama por situaciones patéticas o que se convierte en el blanco de chistes machistas, clasistas y homofóbicos, y no solo virtualmente. Son el reflejo de conciencias colectivas.
¿De dónde viene la palabra meme?
El término fue usado por primera vez en 1976 por Richard Dawkins. Inicialmente se definía como una unidad teórica de información cultural que se puede transmitir entre individuos, grupos o incluso entre generaciones. Richard lo utilizó por su similitud con gene (gen, en inglés) al hacer referencia a la memoria y a su capacidad de transmisión de información. Pero él se refería a información que transmitía costumbres, técnicas, comportamientos, no las imágenes, gifs, videos y notas que vemos en internet que ni la Real Academa Española ha podido definir.
¿Qué es primero, el meme o la realidad?
Algo en común entre la teoría de Dawkins y los memes cibernéticos, es que su importancia depende en qué tanto se replica y se procesa. Algunas veces los memes nacen por la importancia del tema, como el Mundial de Rusia, pero otras veces el tema se vuelve importante por los memes que se producen, como los regalos de ignorancia que nos dejaba de vez en cuando nuestro presidente Enrique Peña Nieto.
Los lazos de comunión y lo efímero de los memes
Una característica vital es la apropiación de la gente y la cantidad de variaciones que se puedan hacer. Los memes reflejan preferencias, gustos, emociones, situaciones que parecerían ser específicas, pero al ser lanzados a Internet, es posible encontrar miles, incluso millones, de personas que han pasado por lo mismo o que encajan con esa forma de pensar. Hay temas que unen gente y por un momento nace una comunidad con miembros que ríen de lo mismo. Pero al ser virtual, la comunidad se desvanece rápidamente y volvemos a lo efímero que caracteriza tanto a nuestra época.
El mundo que nace con los memes
El ingenio no termina en una risa en redes sociales. Ha trascendido Internet. Hay gente que se hace famosa por una foto viral y luego lo usa para hacer publicidad, o incluso recaudar dinero para tratamientos médicos, o para crear contactos de empleo; empresas los usan para anunciar productos, servicios; academias los usan para difundir teorías y conocimientos científicos; gente de izquierda y derecha difunden sus posiciones políticas y se burlan de las ideologías opuestas.
¿AMLO habría ganado las elecciones sin memes? Probablemente sí, pero definitivamente los memes que difamaban a sus oponentes y enaltecían a Andrés Manuel hicieron un trabajo excepcional. Dudo que haya alguien que lea este artículo que no haya disfrutado un meme político en las elecciones de 2018. En cambio, las tradicionales campañas telefónicas, con carteles o en el radio nos agobian. ¿Cuántos jóvenes no prendieron la televisión para ver un debate presidencial al caer la lluvia de memes que parecían transmitir en vivo?
Se puede leer como el nuevo hedonismo del siglo XXI, al encontrar placer en toda situación por medio del humor. Aunque después de la risa, muchas veces viene la reflexión. Los memes de hoy nacen como una forma impredecible de creatividad humana, situándose en el foco de la polémica, bailando con naturalidad y alimentándose de la retroalimentación inagotable a la que está expuesta por las redes sociales. Ojalá su alcance y aceptación en nuestra era sea aprovechada para fines productivos y cada vez se toquen temas más profundos que lleven a la acción.