De Norte a Sur Opinión

Radicalismo o puritanismo político


30 junio, 2018 @ 3:35 pm

Radicalismo o puritanismo político

Manuel Vega Zúñiga

Hay gente que se reivindica comunista o anarquista, que no votará y gusta de regodearse en ello como si de una suerte de superioridad moral se tratara. Mucha de esa gente ni siquiera milita en ningún lado. Su única militancia es en Feisbuk. Pero se “decepcionan” de quienes reivindicándonos anticapitalistas, votaremos. Pienso que leer el contexto regional y global, debería ayudarnos a saber cómo asumir estas coyunturas electorales sin que ello signifique necesariamente depositar nuestra confianza o nuestra praxis en ellas.

Yo decidí que votaré, y respeto a quienes decidan no hacerlo siempre y cuando no intenten reprocharme desde su terroncito de superioridad mi decisión de votar. Y de verdad, lo digo en serio; respeto y aprecio a much@s compañer@s comunistas y anarquistas que son consecuentes, que militan, y que no votarán.

Mis convicciones éticas y políticas están más cerca de ellas y ellos que en cualquier otro lugar. El domingo iré a las urnas bien consciente de todas las limitaciones y contradicciones de un proyecto político como Morena. Y no alcanza con votar, habrá que estar dispuestos y preparados también para defender el voto popular en caso de fraude electoral. En las calles, ante los tribunales, o ante las instancias que sean necesarias. No para ser comparsas del nuevo gobierno capitalista con baños de pueblo, sino, seguramente; para ser oposición, las más de las veces. Oposición desde la izquierda anticapitalista.

Quizá si el domingo por la noche hay un nuevo fraude electoral, entonces sí veamos en las calles a esas personas que hoy reivindicándose anarquistas o comunistas, se burlan de las masas que votarán por Morena tildándolas de “progres”, “alienadas”, “clasemedieros” o “socialdemócratas”. Tal vez el fraude electoral sea la oportunidad que esperan para salir a las calles y mostrar que sí son bien radicales.

Tal vez ese sea el escenario perfecto para hacer gala y despliegue de euforia y pseudoradicalidad. Entonces las bases de Morena ya no serán progres, ni alienadas, sino aliadas. Aliadas de las que unos días antes, se burlaban, o de las que si no hay fraude electoral, se seguirán burlando.

Quienes nos reivindicamos comunistas o anarquistas, deberíamos tener más humildad, la conciencia de clase no debería ser un capital para enunciarnos superiores o burlarnos de quienes, a diferencia de los que fuimos a las universidades o tuvimos tiempo para militar y formarnos políticamente, llegan diario a su casa con los pies hinchados después de una larga jornada laboral habiendo ganado apenas uno o dos salarios mínimos para alimentar a sus hij@s, para pagar a fin de mes la renta del lugar en el que por ahora viven, para costear los gastos de la educación básica de sus hij@s, o a veces incluso; tan sólo para poder comer.

Quienes nos reivindicamos comunistas o anarquistas, deberíamos tener más humildad, y preguntarnos sinceramente por qué no hemos podido ser sino grupúsculos bohemios diseminados intermitentemente por aquí y por allá. ¿Qué nos ha hecho falta? ¿Qué no estamos haciendo? O ¿Qué estamos haciendo? Además, claro, de sentirnos muy especiales y radicales burlándonos de las ‘masas alienadas’.

La conciencia de clase no debería ser jamás un capital político para sentirnos intelectualmente superiores o burlarnos de quienes, a diferencia de los que fuimos a las universidades o tuvimos tiempo para militar y formarnos políticamente, regresan a su casa por las noches con la cabeza recargada en la ventana del camión y la mirada perdida sintiendo tristeza, o teniendo anestesiada la tristeza y siendo deprimidos funcionales.

Y tal vez muchos de nosotros, anarquistas o comunistas, también seamos deprimidos funcionales, o regresemos a casa con los pies hinchados, o vivamos con la angustia porque el dinero no alcanza, o peor aún; con todo lo anterior y encima con la angustia de identificar en cada detalle la violencia estructural de los múltiples sistemas de opresión. Eso de ninguna manera nos excusa de la arrogancia desplegada.

No todas las personas tienen hoy el “lujo”, en este contexto de precarización, de ser profesionistas o universitarios. Y cuando pienso en quienes desde posturas anticapitalistas insinúan la “aceleración de las contradicciones del sistema” por medio de otro gobierno de derecha que “profundice las contradicciones de clase”, o en evitar que un gobierno socialdemócrata llegue al poder, porque eso significaría “retardar la revolución”, me causan, cuando menos, “sospecha”. Sospecha y desconfianza. Aunque sé que con algunas de ellas compartimos horizonte.

Con otros francamente no compartimos ni los buenos días, muchos de esos ‘comunistas’ o ‘anarquistas’ que hoy se burlan de las masas que acudieron al cierre de campaña de AMLO, o de las que militan en las filas de Morena, o de los millones de personas de a pie que sin militar en ese partido simplemente votarán por Obrador, muchos de esos radicales inmaculados que hoy se sienten la subversión encarnada; son solteros, universitarios, y sin hijos. Millennials comunistas, que les llaman.

Universitarios que han leído a Marx o a Lenin, a Bakunin o a Proudhon, pero que no saben lo que es trabajar mecánicamente en una fábrica, sin tener tiempo para postear desde sus teléfonos inteligentes lo que piensan de las elecciones en Facebook, o para denunciar con indignación lo que ocurre en Palestina.

Comunistas millennials que saben de heteronorma y de heteropatriarcado, de colonialidad epistémica y de ecosocialismo, pero que son incapaces de leer y comprender la vida concreta del obrero real, de la mujer indígena, del maricón que no fue a la universidad, de carne y hueso, y no a la abstracción paradójicamente idealista que han creado en torno a lo que se ha reducido a “identidades”.

Lo dije hace unos meses para el contexto brasileño ante la postura asumida por algunas corrientes de izquierda “revolucionaria” frente a la detención de Lula, hoy; lo replico ante la postura que asumen algunas de esas mismas corrientes frente a la coyuntura electoral mexicana, explicitando que ni renuncio al horizonte revolucionario ni tampoco estoy abrazando las tesis socialdemócratas.

Aspiro a la construcción de un frente amplio; anticapitalista, feminista, ecosocialista y decolonial. Con todas las complejidades que articular un frente de esa naturaleza implica, y ese frente, definitivamente no está en Morena, lo sabemos, pero dudo que en espacios sectarios también lo esté.

Prefiero intentar construir colectivamente y desde abajo con la gente de a pie que aunque no sabe recitar versos de Lenin, de Trotsky, Bakunin o Marx, saben en primera persona las opresiones que viven, y tienen voluntad para organizarse, y sobre todo; la esperanza para no rendirse.

Espacio para nuestros colaboradores ocasionales, quienes amablemente nos comparten sus reflexiones. En la Revista Consideraciones caben todas las opiniones.