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Rusia2018: crónica de un estadio imposible


20 junio, 2018 @ 6:24 am

Rusia2018: crónica de un estadio imposible

Andrea Nieto Dávila

La ciudad de Kaliningrado es como una Tijuana de Rusia por su cercanía con Europa Occidental. Se encuentra aislada en el territorio Schengen, y los habitantes se consideran primero Kaliningradenses antes que rusos.

Sin embargo, a pesar de (o en consecuencia de) la lejanía del resto de Rusia, esta ciudad fue contemplada para ser una de las 11 ciudades anfitrionas para el Mundial 2018.

Por medio de un concurso, el despacho francés Wimotte & Associates fue el encargado del diseño del estadio.

Su diseño original contemplaba una estructura para 45 mil espectadores —número mínimo exigido por la FIFA— pero 20 mil asientos se retirarían después del torneo mundial, dejando el estadio útil a la pequeña población de Kaliningrado, que no excede el medio millón de habitantes. La versión final (terminada a tropiezos) contó con 35,000 asientos.

Otros estadios tuvieron que ser adaptados para ese número reglamentario de asientos, como el de Ekaterimburgo, que vale la pena mencionar, por su diseño improvisado y brusco.

Los residentes de Kaliningrado aseguran que no es un terreno favorable para ninguna edificación, pues recientemente era un lago. ¿Nos suena familiar? ¿Nuevo aeropuerto de la CDMX?

En este caso se trata de la isla de Oktyabrsky, ignorada incluso por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial por su superficie pantanosa. Años después, cuando la población intentó habitar la isla, desistieron y derribaron sus casas al ver las paredes agrietadas y el sueño dañado. Los únicos habitantes de esa parte de la isla son patos silvestres.

La construcción del estadio costó 17 mil millones de rublos, algo así como cinco mil ochocientos millones de pesos, o veintidós Estadios Aztecas. Pero eso sólo en el estadio, pues se calcula el costo total de alrededor de más de cuarenta mil millones de rublos ¡más de doce mil ochocientos millones de pesos mexicanos! Las autoridades aseguran que la cifra es debido a que la isla tuvo que ser equipada con caminos, drenaje, electricidad, además de los problemas que incluyen huelgas de trabajadores, cambio de contratistas, y el polémico conflicto con la arena. Se tuvieron que llevar al sitio millones de toneladas de arena para compactar el suelo, pero a pesar de que se entregó la cantidad acordada, una buena parte de ésta se hundió poco tiempo después. Las autoridades declararon que fue a causa de la mala calidad de la arena y demandaron a la empresa Global Elektro Servis, encargada del refuerzo de suelos. La Consejería de construcción perdió la demanda, pues la mala calidad del terreno ya se sabía.

Otra polémica giró en torno a la necesidad del estadio. En la ciudad ya existía uno para el equipo local FC Baltika, que tiene un promedio de asistencia de cuatro mil personas por partido. “Los partidos en el estadio en Kaliningrado transcurren en una atmósfera tranquila. Los fanáticos comen semillas y ven a sus jugadores (…), que a menudo pierden”, escribe una publicación del New York Times acerca del antiguo estadio.

Desde México sólo podemos desearles que los 64 millones de pesos mexicanos que les costará el mantenimiento anual del estadio valgan la pena. Que el estadio no tenga el mismo destino lleno de corrupción e irregularidades que el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México y que la infraestructura de la ciudad sí beneficie a los habitantes.

Estadio de Kaliningrado
Estadio de Ekaterimburgo

Tesista de la Facultad de Arquitectura. Editora de la sección de feminismo porque en secreto no quiere que acabe el mundo.