De Norte a Sur Opinión

Germán Larrea: entre el dinero y la corrupción

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30 mayo, 2018 @ 1:13 am

Germán Larrea: entre el dinero y la corrupción

En el mundo de los negocios hay una figura que trabaja desde las sombras, contrario a otros empresarios, a él le gusta con un perfil bajo, hasta 2014 no existía alguna foto de él, ni se le veía en eventos, ni mucho menos aparecer en televisión o en periódicos. Considerado por la revista Forbes como el segundo hombre más rico de México, sólo detrás de Carlos Slim, Germán Larrea posee una fortuna estimada en más de 16 mil millones de dólares.

Los negocios de Larrea son diversos y variados: fue uno de los beneficiarios de las privatizaciones de los ferrocarriles en el gobierno de Ernesto Zedillo, forma parte de Banamex, también fue miembro del grupo de administración de Televisa, pero principalmente su fortuna se basa de las minas privatizadas durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.

El 6 de mayo de 1992, se llevó a cabo una reforma que modificó la Ley Minera, permitiendo que las concesiones se ampliaran de tres a seis años para la exploración, y al doble para explotación, pasando de 25 a 50 años; se derogó el impuesto a la explotación y se permitió la participación del capital extranjero.

Fue así como en menos de una década, Germán Larrea logró pasar a formar parte del grupo de los hombres más potentados y ricos del país, con una gran influencia en el sector político y empresarial. Pero contrario a las millonarias cuentas bancarias que posee, sus empleados tienen sueldos bajos y en condiciones muy precarias.

Ejemplo de ello se puede ver en Cinemex, la segunda cadena más grande de cines del país, cuyos salarios van desde los $3,394 al mes para los ejecutivos de atención a clientes; mientras que un gerente administrativo tiene un sueldo $7,105 -según información del portal de empleos www.indeed.com.mx-.

Pero el mayor caso de explotación laboral y de las precarias condiciones laborales que sufren los trabajadores de Larrea, fue la sucedida en la madrugada del 19 de febrero de 2006, en la mina Pasta de Conchos, en Coahuila. Aproximadamente a las 2:20 de la madrugada, se registró una fuerte explosión en la Mina 8 de carbón. Desde hacía meses el sindicato de los trabajadores mineros había denunciado la peligrosidad de la mina y con precarias condiciones de seguridad.

Durante semanas los familiares de mineros sepultados se mantuvieron en las afueras de la zona del desastre, pero ni Larrea, ni el presidente Vicente Fox dieron la cara ante la angustia por dar una respuesta concreta de si los trabajadores se encontraban vivos o muertos, aún así, se decidió suspender el rescate.

Este acontecimiento mostró la cara inhumana de Larrea, quien entonces aumento su enfrentamiento con el líder minero, Napoleón Gómez Urrutia, por lo cual desde las altas esferas del poder político se persiguió a “Napito”, que se autoexilio a Canadá.

Una a una las demandas contra el líder minero se han ido desmoronando, pero a pesar de ello, Gómez Urrutia no ha regresado al país, según comentaba en una entrevista con Adela Micha, aún existe una persecución en su contra por parte del gobierno mexicano y de Larrea. Lo sorprendente del caso, es que, a principios de la campaña electoral rumbo a la presidencia de la República, fue elegido por el Morena, como candidato para ocupar un escaño en el Senado, por la vía plurinominal.

Ante esta situación y el arrastre sorprendente que posicionan a López Obrador, como el probable futuro presidente del país, Germán Larrea ha salido ha tratar de movilizar a sus empleados, regresando al viejo cuento de que las políticas económicas propuestas por AMLO son las mismas que las aplicadas en Venezuela, Cuba y la extinta Unión Soviética.

Todo parece ser, que el ataque contra el partido de López Obrador va más allá que una “preocupación” sincera por el futuro de México, sino más bien, tiene que ver con temas más personales y económicos del mismo Larrea, que durante muchos años ha saqueado las riquezas naturales del país, sin ni siquiera brindar un salario justo y condiciones laborales dignas para sus trabajadores. Simplemente una contradicción e incongruencia del magnate minero.