El Troll de los martes y el tal Ricardo Alemán
Como ya es miércoles, les saluda el Troll de los martes (Se escucha la ovación multitudinaria y cuando uno piensa que es real, se oye: “¡Bienvenido, Paul McCartney!”).
Les traigo una nota que ya es noticia vieja: el autonombrado “periodista” Ricardo Alemán se encontró en Twitter una idea ajena y decidió, con toda la generosidad que le caracteriza, compartirla. Siempre es fácil reconocer una idea estúpida porque, normalmente, las ideas estúpidas son estúpidas, pero al tal Alemán le pareció brillante, graciosísima, tanto, que cuando la leyó terminó revolcado en el piso de su departamento de Polanco por tanta risa loca. Un día después también terminó revolcado, aunque esta vez por los tuiteros. Y más tarde, con la revolcada vinieron las lágrimas porque Televisa y el Canal 11 le dieron una patada en el trasero porque su idea estúpida incitaba a la violencia (Las risas no se hacen esperar y se acompañan de un “lero lero”). Así que recuerden, amiguitos: las ideas estúpidas son estúpidas, no las retuitees.
¿De qué trataba tal idea estúpida? Nada más era un conjunto de frases donde se sugería a los AMLOvers asesinar a su candidato, Andrés Manuel López Obrador. Nada más. Ricardito Alemán demostró que ni siquiera para decir sandeces tiene ideas legítimas y se las roba a alguien más. Vaya, ni siquiera para peinarse es auténtico y va por el mundo con un look entre José Luis Rodríguez “El Puma” y “Shocker”, el 1,000% guapo. Así, el peinado de Ricardo Alemán es una mezcla de ambos, pero con una enfermedad venérea.
¿Y qué decía el famoso mensaje que lo dejó sin chamba? “A John Lennon lo mató un fan, A Versace lo mató un fan, A Selena la mató una fan, A ver a qué hora, chairos” (La sala se queda en silencio. ¿En qué momento Ricardito pensó en que era gracioso?). Pero eso no es todo: remataba con un comentario propio: “Les hablan!!”, decía con toda su gracia, carisma y talento para las palabras.
Seguro los AlemanLovers argumentarán que ningún momento menciona a AMLO, pero es conocida su aversión al tabasqueño y, más que a él, a sus seguidores. “Chairos”, como les llama para invitarlos al magnicidio, es una de las formas más amables que tiene para referirse a ellos; en otras ocasiones son “perros” o “idiotas”. Y aunque a diario se leen tonterías como esas en Twitter, esta vez lo escribió alguien que durante años ha hecho todo lo posible por ganarse el odio social. Su comportamiento es tan nefasto que su propio gremio lo desconoce y lo le da tanta importancia como a cualquier payasito de crucero (Chiflidos y mentadas inmediatas que se prolongan durante 56 segundos).
Su trabajo era el de “periodista” defensor de los gobiernos. Ni siquiera Enrique Peña Nieto defiende tanto a Enrique Peña Nieto. Cuando despidieron a Carmen Aristegui de MVS por publicar la investigación de la casa millonaria de Peñita, saltó como si le picaran la cola para que nadie hablara mal del patrón y tiró dentelladas a quien se pusiera enfrente; a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa los culpó de ser narcos, insistía en que por eso los mataron, y se regocijaba hablando mal de ellos; su penúltima astracanada fue hablar mal de los estudiantes de cine de Guadalajara, secuestrados mientras hacían su tarea. De ellos dijo que las protestas por su desaparición eran “una mamada” y que los “tontos” estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado (Se escucha el rechinar de dientes de la audiencia rumiando de coraje). Con su amor por Peñita, o mejor dicho, el amor que le tiene a la buena vida proporcionada por su afición a lamer suelas presidenciales, se ha ganado el desprecio de miles.
En una ocasión el periodista Ricardo Raphael le reclamó, en un debate en vivo, por llamar “legión de idiotas” a todos los críticos de Peña Nieto. Ricardito Alemán poco a poco se convirtió en el lunar peludo, en el chancro del periodismo. Su defensa hacia el gobierno de Peñita lo colocó entre los preferidos del régimen. Y los gobiernos lo cuidaron tanto que se acostumbró a decir cualquier cantidad de estupideces sin temor a las consecuencias. Hasta ahora, porque la cajeteó tan feo que ni Televisa, la televisora más alineada de América Latina, quiso salir a defenderlo.La moraleja del día, queridos amiguitos, es que la soberbia es una pésima consejera. Pero sobre todo, aprendimos que no puedes mezclar la soberbia con la estupidez, y menos cuando le caes mal a todo el mundo.
Acostumbrado a decir mamarrachadas a diestra y siniestra, hizo el peor retweet de su carrera y ahí comenzó una lista larga de tropiezos. Por ejemplo, no supo leer lo que sucedió en un programa televisivo llamado “Tercer grado”, donde en años anteriores se dedicaban a lambisconear a gobernadores y funcionarios. Como las cosas no han cambiado, entrevistaron a Andrés Manuel López Obrador y lo trataron con la suavidad con que se trata a un presidente porque, obvio, ya lo ven como el futuro mandamás. Es más, dicen que lo trataron tan bien, que hasta pusieron papel en el baño y lo peinaron con gel y no con limón. Si Ricardito tuviera la inteligencia para leer las señales se habría dado cuenta que su siguiente paso era lamerle las botas al Peje y no andar promoviendo su asesinato.
Total que regó el tepache. Y retuiteó semejante barbaridad. De inmediato surgió en redes la indignación porque ya hay demasiada violencia en este país como para que un zoquete sugiera matar a un candidato. Y Ricardito, desde su súper departamento, iba a comenzar a despotricar contra todos, envalentonado por sus lazos con los poderosos. Pero algo, quién sabe qué, le hizo darse cuenta de que se había disparado, él solo, en las patas.
Entonces trató de remediarlo con algo muy propio de él: culpó a Julio Hernández López, “Astillero”, de armar una campaña de linchamiento para desprestigiarlo porque creó el hastag #NoAlPeriodismoSicario. Ahora Ricardito dice ser una víctima y anda lloriqueando por todos los rincones de Twitter con un video donde afirma que les estaba avisando, a los chairos, de que anduvieran atentos, no fuera que atentaran contra su candidato. Es decir, casi les dijo: “son ustedes tan idiotas que tengo que explicarles todo”.
Poquito después de empezar a chillar como puerco le llegaron los mensajes de “¡Estás despedido!” Primero, el de Televisa, que lo echó a la calle con indiferencia; después el Canal 11 lo mandó a ondear changos por la cola. Cualquier persona sensata diría: “¡chin! Esto ya valió”, y haría mutis con discreción. Pero… ¡ah, la vanidad! Poco después, en Twitter se burló de sus expatrones, quienes entrevistan a José Antonio Meade en “Tercer grado”, y les hizo notar que son unos blandengues.
Y entre esa gigante cadena de errores, comentó en redes: “pierdo 2 trabajos, pero me quedan como 60”, o algo así. No se daba cuenta que si deja de ser el consentido del régimen, pierde todo porque, cuando nadie te quiere, nadie significa “nadie”. O sea, nadie. Nadie, pues.
Y como ya le está dando miedo quedarse solito y apestado, el chilletas trata de comportarse como un ser humano y manda un mensaje donde le echa la culpa a alguien más: “No estamos locos. Pero sí advertimos que manos interesadas, militantes de Morena, están queriendo involucrarnos en situaciones que están, por supuesto, muy lejos de lo que nosotros hacemos. Nos interesa manifestarnos a favor de la tranquilidad, la legalidad de este proceso electoral. No nos interesan ningún tipo de amenazas, no fue nuestra intención”. ¡Ja! Este mensaje debió ir acompañado de una foto del tal Alemán con la leyenda “huevos tibios, representación gráfica”.
Por lo pronto, los tuiteros lo lapidaron y lo escupieron; perdió sus mejores chambas; el régimen lo está abandonando; Ricardo Peralta lo acusó por “apología del delito de homicidio” ante la PGR, y quien lo acusó es, quizá, el próximo Fiscal Anticorrupción si gana AMLO (“¡Ja ja! ¡Tómala barbón!”, se escucha al fondo de la sala). Y no sólo eso. Acá, desde la redacción del Troll de los martes, nos comprometemos a hacerle un cartel para su próxima residencia que diga:
“Bienvenido a ‘Me quedé sin chamba por hocicón’.
Población: ¡tú!”
(Ningún periodista fue lastimado en la redacción de esta nota. Si acaso, sólo el corazoncito vanidoso de Ricardo Alemán).
PD: Ricardo Alemán, el paladín de la libertad de expresión, me tiene bloqueado. Y yo sufro mucho. Díganle que no sea así.