Elba Esther Gordillo: dos caras de la misma moneda
En el México contemporáneo existen dos figuras emblemáticas del sindicalismo servil o “charro”, ese que sirve primeramente al gobierno, en vez de los trabajadores a quien dice representar. Uno de ellos es Carlos Romero Deschamps líder de los trabajadores de Pemex y la ex líder vitalicia del Sindicato de los Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo.
La historia de ésta última es recopilada por el Dr. Ricardo Raphael en su libro titulado: “Los socios de Elba Esther”, donde da cuenta de una vida llena de poder y dinero, obtenido desde la presidencia de Carlos Salinas de Gortari y que se fortaleció en el gobierno del panista Felipe Calderón. No por nada es considerada por el Dr. Raphael como la “figura más temida del sistema político mexicano”.
El ser dirigente del sindicato más grande de América Latina, le daba la posibilidad de vender su poderosa red electoral a quien le ofreciera más poder. Astuta en el juego de la política, supo mantener buenas relaciones con gobiernos priistas, que con panistas.
En 2006 cuando las encuestas parecían dar como triunfador de la contienda electoral al entonces perredista Andrés Manuel López Obrador, Gordillo trató de entablar una alianza con éste, sin embargo, AMLO se negó a hacer tratos con ella.
Ante el rechazo del líder de la izquierda, Gordillo movió su aparato electoral a favor del candidato panista. En una llamada telefónica filtrada a la prensa, se puede escuchar a Gordillo decirle al gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández, que se apresurarán a “vender” lo que tenían, pues el PRI ya se “había caído”.
Como gratificación a los favores recibidos, Calderón le dio como regalo el 15 de mayo del 2007, a través de la PGR, que los expedientes, averiguaciones previas y los procesos penales de Gordillo, fueran reservados por 12 años. Sumado a ello, que miembros de su familia o amigos cercanos, ocuparan importantes puestos en dependencias como el ISSSTE o la Lotería Nacional.
Cuando el PRI parecía imparable en el proceso electoral de 2012, Gordillo supo regresar a las filas del partido que la encumbro, pero todo lo que sube tiene que bajar. A la llegada de Peña a la presidencia, una de las primeras reformas que Peña decidió llevar a cabo fue la “educativa”, propuesta y promovida desde años atrás, por el empresario Claudio X González, declarado enemigo de la “maestra”.
En un acto de soberbia, Gordillo decidió retar al poder presidencial, creyendo que este sería más débil y frágil que el que ella había consolidado y fortalecido a lo largo de tres décadas. Desde los templetes se enfrento a Peña Nieto, lo retó y se decía lista para mover al gran magisterio, el que por muchos años había sido sometido a los designios del régimen y que ahora estaba listo para oponerse a una reforma que más que educativa, era laboral.
Como lo señala la dramaturga Sabina Berman, “la líder de los maestros se portó esa vez, como líder de los maestros”, después de años en el poder, por fin Gordillo buscó defender a aquellos a quien les debía todo: sus agremiados.
Llegando al aeropuerto de Toluca, fue detenida, justamente cuando buscaba organizar a su gremio para ejercer uno de los derechos fundamentales del sindicalismo, el derecho a la huelga y a la protesta.
En vísperas de las elecciones de 2018, miembros cercanos a Gordillo, como su nieto y su yerno, han decidido apoyar abiertamente a López Obrador, él candidato que ha dicho investigará la administración de Peña Nieto, que ha estado marcada por escándalos de corrupción e impunidad.
Ante lo que no se dice, pero muchos piensan, la “maestra” parece mover desde su arresto domiciliario, los hilos del poder que aún le queda, para de cierta forma, encontrar venganza a la traición hecha por Peña. Sin embargo, sorpresivamente a Gordillo se le han prohibido visitas y llamadas telefónicas, en un proceso legal, que tiene muchos dilemas, si realmente es eso: “legal”.
Mientras tanto, Romero Deschamps, líder sindical que se quedó pasmado ante la reforma energética y se sometió al gobierno, sigue operando y militando en el PRI, con pecados iguales de corruptos e ilegales que los de Gordillo. El proceso judicial contra la “maestra” no ha sido cuestión de justicia, sino de desobediencia y sublevación al poder del presidencialismo todopoderoso que Enrique Peña Nieto trato de imponer nuevamente en México.