De Norte a Sur Opinión

Andrés Manuel López Obrador: ¿la esperanza o el peligro?*


3 febrero, 2018 @ 9:40 pm

Andrés Manuel López Obrador: ¿la esperanza o el peligro?*

*El siguiente artículo fue publicado en la revista “Foro Universitario”, No. 08, Octubre-Diciembre 2017, P. 8-11.

Por las noches, aquel joven originario de Macuspana y estudiante de Ciencias Políticas en la UNAM solía deprimirse ante las injusticias y engaños que sufrían los más desprotegidos; sería quizás esos sentimientos lo que orillaron Andrés Manuel López Obrador a trabajar por los más pobres e indefensos.

Hoy en día es uno de los políticos más conocidos, su trayectoria se puede rescatar en periódicos, revistas y documentales; generador de sentimientos encontrados, entre los que lo odian y los que lo aman; y ahora está preparándose para su tercera campaña electoral en que asegura su movimiento triunfara.

Para la fallecida historiadora de arte Raquel Tibol, López Obrador es el “último autentico patriota que tiene México, por defender las riquezas naturales del país”; para la escritora y premio cervantes en literatura Elena Poniatowska, es un “fenómeno social nunca visto”; en contraste para el historiador Enrique Krause es simplemente un “mesías tropical”.

Andrés Manuel inicio su carrera política en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), pero alejado de la cúpula partidista y más cercano a la gente, “trabajar con las bases” suele decir él. Sin embargo, con el cambio de modelo económico en los años 80 e incapaz de democratizar al partido que se decía “defensor de las causas sociales”, decidió abandonar las filas del partido tricolor.

El encuentro con Cuauhtémoc Cárdenas le hizo sumarse a un nuevo proyecto político, más cercano a sus ideales, donde pudo trabajar desde abajo, visitando cada municipio y pueblo, algo que sigue haciendo en el partido que fundó: el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

Líder de movimientos políticos y sociales, AMLO ha luchado por la defensa del voto en Tabasco en 1994; después desde la presidencia del Partido de la Revolución Democrática (PRD), se opuso al mayor saqueó del siglo XX, el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), que convirtió las deudas de los banqueros en deuda pública, que será pagada por tres generaciones de mexicanos;[1] y en la actualidad, la defensa del principal sostén económico del país: el petróleo.

Estos trabajos lo catapultaron a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, una de las urbes más complejas del mundo, al mismo tiempo que la presidencia era ocupada por el Partido Acción Nacional (PAN). Sin embargo, mientras que el autonombrado “gobierno del cambio” comenzaba a desquebrajarse, la popularidad del Jefe de Gobierno aumentaba.

Precursor nacional e internacional de apoyos para las personas de la tercera edad y de los sectores más desprotegidos, con el que se buscó atenuar los graves problemas económicos de más de dos décadas de una política económica fallida, que ha acrecentado las carencias, tomó como lema: “Por el bien de todos, primero los pobres”.

Consciente de que “sólo los libros sacarán de la barbarie a este país” -como lo vislumbraba José Vasconcelos-, Andrés Manuel abrió 16 preparatorias para más de 20 mil jóvenes y fundó la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), para que 10 mil estudiantes tuvieran acceso a una educación pública y gratuita.

Ordenó la construcción de 44 kilómetros de segundos pisos, túneles, distribuidores viales y pasos a desnivel; al mismo tiempo que se invirtió en el metro más de 500 millones de dólares y se implementaron nuevos medios de transporte masivo, como el Metrobús; para mejorar la movilidad en una ciudad que crece a pasos agigantados.

 

Por otra parte, se atrajo la inversión privada nacional y extranjera para rehabilitar el Centro Histórico y el Paseo de la Reforma, construyéndose grandes edificios, espacios públicos y hoteles, con lo cual se fomentó la creación de empleos y el turismo, en una ciudad que había sido dejada a su suerte por las pasadas administraciones.

Lo anterior se logró principalmente con una política de austeridad, que reducía el 15% de los sueldos de los servidores públicos y se cancelaron la compra de vehículos nuevos para estos, así como los viajes al extranjeros y servicios médicos particulares, con lo cual se logró un ahorro de 11 mil millones de pesos, que se destinaron a mejorar la calidad de vida de la población. Para el analista Jorge Zepeda Patterson fueron programas visibles, con impactos concretos que contrastaban con las promesas del gobierno foxista, que quedaron en buenos deseos,

Todas estas acciones de gobierno hicieron que en 2004, la organización inglesa “The World Mayor Project” lo nombrara el segundo mejor alcalde del mundo, superando a gobernantes de ciudades como Ámsterdam, Tokio, Estocolmo, Copenhague, Paris, etc.

Esto desató la furia del presidente Fox, que buscó detener las aspiraciones presidenciales del “populista” López Obrador, a través de un juicio de desafuero que lo sometiera a un proceso judicial y le fuera impedido participar en las elecciones de 2006.

Sin embargo, fue una multitudinaria movilización de ancianos, jóvenes y familias enteras, que salieron a las calles a defender a su “rayito de esperanza” y decir no al desafuero, con una asistencia que superó el millón de personas, la más grande de la historia de México, por lo que Fox tuvo que dar marcha atrás a sus deseos de impedir el arribo de AMLO a la presidencia.

Pero maniatado en la soberbia, Andrés Manuel despreció los debates y a las televisoras, argumentando no querer llegar con “las manos atadas”, por esa misma razón desechó el apoyo que le habría ofrecido en múltiples ocasiones la entonces lideresa del SNTE, Elba Esther Gordillo. No quería cometer los mismos errores de Lula Da Silva, que tuvo todo para lograr una profunda revolución en Brasil, pero quedo sujeto a favores políticos.

Pero ignoró que aquellos a quien él nombra “la mafia en el poder”, buscarían arrebatarle el triunfo por “las buenas, por las malas y como sea”.[2] Fue así como en las pantallas televisivas se inició un linchamiento de desprestigió y odio hacía el candidato de la izquierda, a quien comparaban con el líder venezolano, Hugo Chávez, y la cual se ha mantenido hasta ahora.

Al mismo tiempo el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), acusó a Andrés Manuel de representar la continuación del sistema económico imperante y no ser un verdadero revolucionario:[3] una encrucijada.

AMLO hizo de su campaña una cruzada contra el establishment político y el status quo económico, lo que incitó a la comparación con el gobierno de Chávez, aunque en realidad su postura es más parecida a la de los Estados de Bienestar europeos, con amplías políticas sociales y un Estado fuerte, que influya en la economía para su regulación.[4]

Pero el mítico fraude empaño las elecciones de 2006, la intervención de los empresarios y el presidente fueron solapadas por el árbitro electoral, que se vio incapaz de solucionar las sofisticadas maniobras cibernéticas que hicieron dudar de los resultados, mientras que el panista Felipe Calderón se negó a limpiar la elección y a respetar la voluntad ciudadana que clama: “voto por voto”.

Calderón que había acusado a López Obrador de violento, declaró en sus primeros días de gobierno una fallida “guerra contra las drogas”, convirtiendo al país en un campo de batalla, con miles de desaparecidos y asesinados a niveles nunca vistos, tiñendo de sangre las páginas de la historia de México.

Para 2012 AMLO resurgió entre las cenizas como el ave Fénix, enfrentándose con el heredero del poderoso Grupo Atlacomulco: Enrique Peña Nieto. La concertaseción[5] panista avaló la trama electoral, donde el dinero de dudosa procedencia fluyó con gran dispendió, pero en cambio, el lopezobradorismo no tenía ningún tipo de acercamiento ni negociación con el priismo, que termino por coronarse triunfador, continuando con la política de saqueo y corrupción que ha mantenido en la miseria a millones de mexicanos.

El sexenio de Peña Nieto ha estado marcado por la incapacidad, pero sobre todo por la corrupción, que ha traído más pobreza y violencia, por lo que, en víspera de las elecciones presidenciales de 2018, se tiene que visualizar una opción distinta, capaz de detener el ascenso y la continuación del saqueo, la corrupción y la violencia.

Sin duda alguna, Andrés Manuel ha cometido muchos y graves errores para aquellos a quien su figura causa irritación, pero a diferencia de muchos políticos, sabe bien que hacer con el poder. AMLO quiere impregnar su nombre en la historia de México, como lo hicieron Benito Juárez y Lázaro Cárdenas -sus principales referentes-.

[1] “¿Por qué vamos a rescatar a los banqueros? Y lo peor: ¿por qué vamos a solapar el saqueo y la corrupción?… si había que ‘rescatar’ a alguien con el presupuesto público, que es dinero de todo el pueblo, se tenía que pensar primero en millones de mexicanos que padecían -y padecen- por la pobreza y la marginación” Andrés Manuel López Obrador, La mafia que nos robó la Presidencia, Grijalbo, México, 2007, p. 67.

[2] “Jorge Castañeda lo sugirió, y fue un error hacerlo; dijo que a AMLO había que pararlo a la buena o a la mala” Denise Dresser, El país de uno: reflexiones para entender y cambiar a México, Aguilar, México, 2011, p. 137.

[3] “Entre las barbaridades que dijo [el subcomandante Marcos] fue que López Obrador era el espejo de Salinas (y su continuador) y, peor aún, que el gobierno del DF anidaba el huevo de la serpiente, es decir el nazismo que retrató magistralmente para Alemania de los años veinte Ingmar Bergman en la película del mismo título estrenada en 1978”, Octavio Rodríguez Araujo, México en vilo, Orfalia, México, 2006, p. 105.

[4] Educación básica obligatoria y gratuita, y fuertemente subvencionada en los niveles superiores; seguridad social y sanidad gratuita; conjunto de ayudas a ciertos grupos sociales menos favorecidos; esto mediante una intervención del Estado que regule la economía para eliminar las grandes desigualdades sociales.

[5] “Ceder el poder, convenido en las cúpulas del poder y no fundado en la voluntad ciudadana”, Arturo Rodríguez García, El regreso autoritario del PRI: inventario de una nación en crisis, Grijalbo, México, 2016, p. 167.

Alam Bernal estudií Ciencias Políticas en la UNAM. Ha colaborado en revistas, periódicos y medios electrónicos de comunicación.