¡Cómo no me vas a doler!
José Luis Rivera
El puño cerrado, el brazo derecho extendido en lo alto, el ceño fruncido, la garganta lista: ¡Oh Universidad, escucha con que ardor…! La piel se eriza, el corazón palpita, se respira olor a pasto, a piedra volcánica, huele a CU, a territorio Puma, a pasión, pero sobre todo a orgullo, a orgullo azul y oro.
Ese sentimiento hoy se encuentra cohibido, ese júbilo ha decaído entre la afición universitaria, un ímpetu secuestrado por la inoperancia de los que hoy dirigen al Club Universidad Nacional, ya que el equipo atraviesa por una severa crisis deportiva. La necedad del actual Presidente de equipo de los Pumas, Rodrigo Ares de Parga, hábil en los números y negocios, pero inepto en la toma de decisiones deportivas, ha enfrascado al equipo de los Pumas en la penuria, el equipo hoy se mantiene sumergido en el último lugar de la tabla de posiciones del actual torneo de Apertura 2017.
El proyecto que comenzó hace más de un año y medio no ha visto ningún fruto, su plan denominado como “El Nuevo ADN Pumas”, es una falacia. Empezando por vender y deshacerse de jugadores significativos para el Club; desde la cuestionada venta de Ismael Sosa en 2016 a los Tigres de la UANL, hasta prescindir de jugadores emblemáticos de la institución, como el caso de Darío Verón o Alejandro “Pikolín” Palacios, el quipo perdió identidad; ya que en gran medida son estos los jugadores los que no sólo nutren y fortalecen a los jóvenes canteranos, sino quienes frente a los equipos rivales, imponen respeto en la cancha.
El equipo en poco menos de dos años se desmanteló, de su última final de liga jugada en diciembre de 2015, en aquella gloriosa noche en el Estadio Olímpico Universitario, el conjunto actualmente sólo guarda entre sus filas a un solo jugador del cuadro titular de aquella final, Gerardo Alcoba.
Hoy Pumas luce gris, sin fiereza, desfigurado, sin juego de conjunto, un “equipo” conformado por jugadores que son ya cartuchos quemados del fútbol mexicano, como el caso de Joffre Guerrón o Mauro Formica, sumado por canteranos de corta calidad. El caso de Luis Quintana o Van Rankin, son un claro ejemplo de los padrinazgos y compadrazgos que existen al interior del club y de la cantera, de quienes promueven y ascienden a los jugadores al primer equipo, donde el talento pocas veces suele ser su carta de presentación.
Poco sirvió deshacerse de Juan Francisco Palencia de la dirección técnica de Pumas, quien fue sustituido por un viejo conocido de casa, Sergio Egea; el conflicto sigue siendo el mismo: un plantel terriblemente limitado, poco competitivo. Hasta hace un par de semanas, se nombró como director técnico interino del equipo al que fue auxiliar técnico de Palencia, David Patiño; un pitorreo el que se traen en el Patronato de los Pumas.
El problema del club no está en la dirección técnica, el problema radica desde la administración, en la presidencia del equipo, ya que se le han agotado a Ares de Parga los conceptos, las ideas deportivas y lo único que ha conseguido con Pumas, es un club magullado y sin identidad.
Pumas necesita una reestructuración, desde arriba hasta abajo, además del recambio en la presidencia del Patronato del club; es elemental transformar el modelo actual de socios, que dicho sea de paso, desde que el equipo fue separado de la Universidad en los años setenta y quedó en manos de un grupo de padrinos, no existe alguna retribución económica a la Universidad.
Existe un descontento generalizado entre los aficionados, hinchas y seguidores del equipo, el desgastado discurso de retomar la cantera, se ha visto entorpecido por el clientelismo y los compadrazgos. Invertir y ocuparse en la cantera significa formar, educar y producir jugadores de calidad, donde tiene que brillar el talento técnico, táctico y mental de cada jugador, más no su apellido.
El Club Universidad Nacional urge reformarse, para que los resultados en la cancha sean los óptimos y regresen las glorias deportivas, se requiere una nueva administración, un plan efectivo y un trabajo conjunto entre el Club, el Patronato de Pumas y la Rectoría de la Universidad, donde los intereses colectivos y deportivos estén por encima de los económicos o de intereses de un puñado de acaudalados.
Si el Club Universidad Nacional AC., utiliza bienes públicos de la máxima casa de estudios, el equipo de fútbol adquiere un adeudo económico, un compromiso deportivo, simbólico y ético con la Universidad.
Los próximos meses serán definitorios para el futuro de los Pumas, para dejar atrás las crisis, fortalecer los vínculos con su institución educativa, recuperar una esencia, regresar a ser un equipo de fútbol e igualmente lograr que su hinchada atiborre los estadios y pueda entonarle con delirio y orgullo al equipo del Pedregal: ¡Cómo no te voy a Querer!