El retorno de Marcelo Ebrard
Instruido en el arte de la política desde hace más de 22 años, Marcelo Ebrard ha sabido usar de la mejor forma las cartas que le han otorgado: adaptarse al terreno de juego, mantenerse a flote y sobrevivir en él. Tras su abrupta salida del país en 2012, Ebrard Casaubón realizó la jugada maestra de retornar a la política después de autoexiliarse en medio del conflicto por la línea 12 del Sistema de Transporte Colectivo Metro. Con ello logró figurar en el tablero político para que, de cara al año 2018, no se quedara fuera de la política nacional.
Marcelo Ebrard ha tenido una larga trayectoria en el mundo de la política. Sus primeras incursiones se dieron al lado de Manuel Camacho Solís, su mentor, cuando éste era catedrático en el Colegio de México. En función de sus aptitudes rápidamente lo integró como uno de sus principales colaboradores.
Con Salinas de Gortari, Camacho Solís ocupa la entonces Jefatura del Distrito Federal, misma que se convertirá en la cuna de Ebrard y los futuros “camachistas”. Durante la administración de su mentor ocupará diversos puestos, entre ellos Director General de la Jefatura y Secretario General del Partido Revolucionario Institucional en el Distrito Federal y Secretario General de Gobierno, por mencionar algunos. Un año antes de la sucesión presidencial acompañará a Camacho Solís durante su estancia como Secretario de Relaciones Exteriores, ocupando la Subsecretaría. Tras la afrenta que representó para Camacho Solís no ser designado candidato presidencial, en el año 1997, él y su equipo de colaboradores empezaron a adoptar papeles menos importantes en la política nacional, pero Ebrard lo acompañó hasta las últimas consecuencias.
Para el año 2000 ambos fundan el Partido Centro Democrático (PCD), un partido sin oportunidad para los comicios presidenciales de ese año, pero que sirve como trampolín estabilizador en un futuro político incierto y nada favorecedor para ambos. En este sentido, durante las elecciones para Jefe de Gobierno, el PCD declina en favor del candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Andrés Manuel López Obrador (AMLO), no sin antes afianzar un papel en la Jefatura del Distrito Federal, recuperando una vez más el corazón del país. La alianza entre el PCD y el PRD no será más que el inicio de una fructífera relación entre los camachistas y los perredistas, pero principalmente el comienzo de una inusitada “amistad” entre López Obrador y Ebrard Casaubón.
Con la izquierda en poder de la ciudad, distintos puestos cobijaron a Ebrard antes de su llegada a la Jefatura de la ciudad. Durante su estancia sufrió descalabros, sin embargo, logró sobrellevarlos gracias al apoyo del entonces jefe del Distrito Federal.
En el año de 2002 se le designa como Secretario de Seguridad Pública y Marcelo Ebrard logra avances en materia de seguridad, por ejemplo, la creación nuevas unidades y programas policiacos, lo cual redujo notablemente la inseguridad que en aquellos años imperaba. Lamentablemente, con dos años al frente de la Secretaría se enfrentó a lo que parecía ser un “manotazo” presidencial. El 23 noviembre de 2004, en la población de San Juan Ixtayopan, Tláhuac, 3 agentes de la Policía Federal Preventiva (PFP) –que se encontraban investigando grupos de narcomenudeo– fueron acusados por los pobladores de ser secuestradores (dadas las condiciones que en las últimas semanas se habían suscitado en la localidad) para después ser golpeados y finalmente incinerados. Hasta antes de la incineración los tres continuaban con vida; posteriormente, solamente uno de los agentes sobrevivió, gracias al rescate de un grupo especializado de reacción inmediata y antimotines.
Después de estos violentos hechos, el presidente, Vicente Fox, ordenó la destitución inmediata de Ebrard acusándolo de negligencia, a sabiendas de que en un primer momento la responsabilidad recaía en los mandos federales y no en las autoridades policiacas de la ciudad.
Tras la destitución de su Secretario de Seguridad Pública y en una clara señal de apoyo, López Obrador reacomodo a Ebrard en la Secretaría de Desarrollo Social, secretaría donde se desempeñará con la misma eficiencia que en la anterior.
Para el año de 2005, Marcelo Ebrard comienza a posicionarse como uno de los perredistas favoritos en alcanzar la candidatura para alcalde del Distrito Federal, misma que le es otorgada en diciembre de ese año debido a su fuerte popularidad entre los simpatizantes del PRD. Finalmente, y tras una incesante campaña, logra ganar la Jefatura de la ciudad, su alma mater y su cuna política.
Al frente de la Jefatura realizó diversas obras en materia de políticas públicas. Por un lado, continúo con los programas sociales, legado de su antecesor; por otro, inició una serie de medidas que lo llevaran a convertirse en el Presidente del Consejo Mundial de Alcaldes por el Cambio Climático, entre ellas, los cambios significativos en el Centro Histórico, la reorganización del ambulantaje, la creación de nuevos hospitales, pero sobre todo, es de reconocerle la ampliación del Metrobús y el sistema Ecobici, construcciones que se caracterizaron por ser infraestructuras de movilidad que combaten mejoran al medio ambiente. Todas estas medidas le garantizaron una brillante trayectoria al frente de la Ciudad, pero también el reconocimiento de la Fundación City Mayors al otorgarle el Premio de Mejor Alcalde del Mundo 2010.
Poco después de terminar su mandato, es nombrado por la ONU-Hábitat, Presidente de la Red Global de Ciudades Seguras (Global Network of Safer Cities) mismo al que tendrá que renunciar en la búsqueda de la dirigencia del partido del Sol Azteca (PRD), al mismo tiempo que empieza a colocarse en los reflectores como un futuro candidato presidenciable.
En política, quien realiza favores incrementa su poder; quien los pide disminuye el suyo. Es necesario, como político, entender esta máxima, y Ebrard la entendió muy bien. Frente a los comicios de 2012 dimitió en favor de AMLO, a sabiendas de que contaba con gran apoyo dentro y fuera del partido, pero también sabía que no hacerlo traería como consecuencia una mayor división y una afrenta que Andrés Manuel nunca perdonaría. Tal y como él lo diría, aquellos momentos se convertirían en días de perder, pues en medio del caso de la Línea 12 del metro y su acertada decisión en el PRD, Ebrard Casaubón decide autoexiliarse, llevando consigo una cartera política bien armada desde hacía ya varias décadas, que le permitirían sobrevivir manteniéndose, desde ese entonces, como un buen operador de la izquierda en el extranjero.
Más tarde, la revista Proceso informa: “Si México no se sacude no habrá cambios sustantivos”, palabras dichas por Marcelo Ebrard al conceder una entrevista a ese semanario, donde nos dejó olfatear sus planes políticos, pues como él mismo lo dijo, retornó en noviembre. Por otro lado, el diario El Universal apuntó: “Morena abre las Puertas a Marcelo Ebrard”, nota periodística donde se devela el apoyo que Morena, el partido de AMLO, le ofreció a través del Senador Mario Delgado mismo, que lo posiciona de gran ayuda frente a las elecciones presidenciales.
Ebrard Casaubón regresaró a los reflectores de la política nacional, pero ¿Volverá a figurar entre los presidenciables? ¿Esta es su última oportunidad? O simplemente es una señal falsa para sellar su salida final en la política.
El tiempo responderá nuestras preguntas. Quizá el tiempo también sabrá corresponder a Marcelo Ebrard –denominado por el periodista Alejandro Páez Varela–: “un hombre que ha sabido esperar su turno en la banca”.