De Unidad Nacional al oportunismo institucional
En los últimos días decenas de mensajes, videos y algunos textos han invadido redes sociales y en general medios de comunicación, todos ellos con el fin de dar unas “palabras de aliento” y reforzar la “unidad” ante los momentos más álgidos de la crisis nacional. La mayoría de estos son encabezados por las principales organizaciones e instituciones de nuestro país. Esta “campaña mediática” intenta crear un frente al factor Trump que ha puesto a temblar tanto a académicos como a empresarios pero que sin embargo su discurso se ha quedado en palabras huecas que –en la mayoría de las ocasiones– ha servido como pretexto para dejar de lado nuestra situación interna y anteponerla frente a la temible y apoteósica bestia extranjera.
Ante esto es conveniente poner en tela de juicio esta supuesta actitud y ver más allá de lo común para preguntar lo siguiente: ¿En verdad existe un clima de unidad nacional? O simplemente ¿es un pretexto para abandonar la crítica hacia los problemas internos? Una estrategia renuente en la mayoría de las instituciones dominantes de nuestro país.
El 21 de septiembre de 1985 Carlos Monsiváis público un artículo en la revista Proceso titulado: Triunfó el valor de mostrar el propio pánico. El texto versa en torno a cómo aquel fatídico 19 de septiembre la sociedad retomó la estafeta del poder y desplazó al gobierno en toda la extensión de la palabra. Del texto de Monsiváis destaco las siguientes líneas: “Por más que abunden noticias de pillaje, abusos y voracidad, tal esfuerzo colectivo es un hecho de proporciones épicas. No ha sido únicamente, aunque por el momento todo se condense en esta palabra, un acto de solidaridad. La hazaña absolutamente consciente y decida de un sector importante de la población que con su impulso desea restaurar armonías y sentidos vitales, es, moralmente un hechos más vasto y significativo. La sociedad civil existe como gran necesidad latente en quienes desconocen incluso el término, y su primera y más insistente demanda es la redistribución de poderes”.
Lo anterior es una clara idea de lo que en verdad es unidad nacional, llegar al punto en que exista una necesidad para lograr un frente común, en aquella ocasión la principal necesidad era rescatar a cualquier sobreviviente entre los escombros, ayudar a los heridos y brindar la ayuda que se requería, en síntesis, el objetivo principal era preservar la vida.
Actualmente no encontramos ningún frente común y mucho menos existe el clima de unidad nacional, lo que en realidad prevalece es un conjunto de instituciones que pretenden traer estabilidad a nuestro país y de esta manera lograr tener cierto grado de gobernabilidad –que a inicios del año estuvo a punto de perderse– y con ello fortalecer los comicios del 2018 (en el caso de los partidos políticos y sus representantes). Quizá lo dicho hasta ahora parezca una afirmación tajante y sin argumentos para poder defenderla, sin embargo ¿Por qué no se convocó a la unidad nacional en administraciones pasadas? ¿Qué hacían los mexicanos en la crisis del 94? ¿Enaltecían su nacionalismo poniendo banderas en la puerta de su casa? O ¿deliberadamente consumían solo lo nacional?, evidentemente eso no ocurría, los mexicanos actuamos bajo influencia mediática.
Anteriormente si en la televisión se transmitía el asesinato de un conductor relativamente famoso toda la “ciudanía” salía consternada y exigía a las autoridades mayor seguridad, hoy en día si un mandatario norteamericano anuncia la construcción de un muro fronterizo – o mejor dicho, reforzar el muro existente—toda la sociedad civil se indigna y convoca a sumar esfuerzos para defender a México, paradojas de los medios, especialmente hoy en día que ya no basta con los medios de comunicación tradicionales sino que las redes digitales representan un nuevo poder, que ataca a diestra y siniestra sin ningún filtro de veracidad u objetividad y que tiene blancos muy diversos, para que de un momento a otro logremos concentrar nuestra atención en una quinceañera para posteriormente sucumbir al terror de los saqueos y la gestación de una “revolución”…
Ahora bien, quiero aclarar que no estoy en contra de la unidad y mucho menos el apoyo a los connacionales en distintas partes del mundo, sino que creo en un movimiento libre, plural e independiente, como el de 1985 en donde existió un frente común en pro del bienestar del país y de su sociedad civil.
Quisiera concluir este breve artículo en relación a Trump el nuevo mandatario estadounidense que ha puesto en jaque a nuestro país, al igual que la mayoría de sus antecesores pues la delgada línea que separa a Trump de sus homólogos anteriores es la diplomacia. En suma, un hombre creado por los medios y para los medios, bajo esta misma lógica sus armas más poderosas son la vulgaridad, el odio y la intolerancia.
Si queremos entender lo que pasa habrá que remontarnos al pasado y observar que clase de Trump existía en épocas anteriores, pero sobre todo que hizo México frente a la bestia extranjera.