Nicaragua: ganar elecciones traicionando a la montaña
Andrés Emiliano Sierra Martínez
Hace aproximadamente cuarenta años, cuando se hablaba de sandinismo en Nicaragua, de inmediato se pensaba en un movimiento social amplio, lleno de jóvenes que se rebelaban contra el imperialismo y su representación en la dictadura de Somoza. El comandante Daniel Ortega fue también uno de esos jóvenes que estuvieron dispuestos incluso a morir en los momentos revolucionarios. Formó parte de la dirigencia sandinista que condujo al movimiento revolucionario a la victoria frente a la dictadura de Somoza. Encabezó, junto con los demás comandantes del FSLN, la toma de decisiones para formar un gobierno revolucionario que impulsara fuertes transformaciones sociales e hiciera frente al imperialismo. Sin embargo, lo que hoy existe como FSLN, convertido en partido político, no tiene en común con el movimiento revolucionario más que su nombre y algunas caras de dirigentes corruptos [i].
Ortega mismo no tiene ya nada que lo pueda catalogar como un dirigente revolucionario. No está interesado en lograr con su mandato ningún tipo de transformación profunda en Nicaragua, sino mantener el estado de cosas que favorece a los líderes corruptos del FSLN, y a los empresarios aliados a su grupo de poder. Las masas de trabajadores y campesinos se convierten, para el FSLN ahora en el gobierno, en un factor de poder que puede ser movilizado desde arriba para legitimar el modo de dominación y no cambiar nada[ii]. Las bases populares de las que depende el presidente se vuelven agentes prácticamente conservadores, y lo son realmente en asuntos como derechos civiles para las minorías, defensa del medio ambiente, o derechos sociales para los excluidos de la fiesta del nuevo sandinismo que podríamos llamar orteguista.
Los viejos enemigos del sandinismo y aliados de la dictadura somocista hoy mantienen sanas relaciones con el presidente. Tal es el caso de algunos prominentes representantes del capital privado y el alto clero católico, nuevos factores de estabilidad para el régimen que se identifica y gobierna cada vez más para las élites[iii] [iv]. Para comprender la situación actual de un movimiento de liberación nacional como lo fue el sandinismo, se esbozan dos explicaciones: la trampa de la oligarquía electoral y el abandono de la montaña como espacio del poder revolucionario.
Política de izquierda para las elecciones
Como partido político, sus únicos objetivos parecen ser los de ganar elecciones cada cierto tiempo. Para lograr este objetivo se vuelve necesario garantizar por un lado la movilización o acarreo de votantes hacia las urnas y la supresión de los derechos políticos de la oposición por otro[v]. Más que competir en el ámbito electoral, generar cuadros activos de agitación política revolucionaria, o combatir la ideología del imperialismo, al FSLN le interesa gobernar. Y gobernar para los orteguistas significa apoderarse de recursos para mantener un estilo de vida cómodo tanto tiempo como sea posible.
Una vez más Ortega gana la presidencia en Nicaragua, pero el abstencionismo en las elecciones alcanzó niveles jamás antes vistos. Se llega a plantear que superó el 70% de los votantes se ha abstenido en protesta por unas elecciones en las que, por un lado, no existe una alternativa radical en otros partidos, a la vez que se presenta una competencia desigual y desleal[vi]. Todo esto además sin la presencia de observadores internacionales, y con la escandalosa candidatura a la vicepresidencia de Rosario Murillo, esposa de Daniel Ortega, Presidente y vicepresidente de Nicaragua son marido y mujer, consumando el dominio de una familia con sus aliados sobre absolutamente toda la dirección política del país[vii].
El sandinismo se convirtió en el movimiento que agrupó a las fuerzas de izquierda tras el triunfo de la revolución, representando una alianza de diferentes sectores y el desafío a los grupos dominantes. Durante y después de su experiencia de gobierno, muchos de los intelectuales, así como militantes radicales, abandonaron las filas del partido, especialmente tras la comprobación de la corrupción descarada de los políticos del sandinismo. Hoy buscan aglutinar, pero por la vía de la cooptación, la movilización de izquierda en el país. La retórica anti-imperialista se mantiene en el discurso exterior perteneciendo al ALBA, pero el papel de Nicaragua en América Latina no es el de movilización revolucionaria de los pueblos, ni representa ya ningún peligro el FSLN en la presidencia para los Estados Unidos. Al mismo tiempo se planea la construcción de un Canal para el paso interoceánico, destruyendo la naturaleza y otorgando enormes contratos de negocio a los aliados de Ortega [viii].
Sin embargo, los orteguistas intentan ahora expropiar a los movimientos sociales el derecho de lucha política. Se produce una sistemática represión y censura a los que se oponen a los excesos del FSLN en el gobierno[ix], acompañada de la autoproclamación de Ortega como dirigente ideológico del pueblo. Se utiliza la policía y brigadas motorizadas en las ciudades para intimidar a los manifestantes, o a la policía nacional para arrestar a los campesinos que se oponen a la construcción del Canal [x] [xi].
No se trata aquí de afirmar que un movimiento social de izquierda necesite quedarse al margen de la lucha electoral, pero la tragedia de corrupción del FSLN es una clara imagen de lo que le ocurre a los movimientos sociales cuando se casan con el poder político como un fin en si mismo, utilizado para buscar y mantener privilegios. Esa es la trampa de la oligarquía en la que ha caído el orteguismo, misma trampa contra la que lucharon tantos jóvenes hace cuarenta años. En el fondo, la izquierda electoral dominante en Nicaragua se ha olvidado de lo que la hizo ser revolucionaria: la montaña como trinchera.
El sandinismo después de la montaña
La lucha en la clandestinidad urbana y la guerrilla en la montaña fueron fundamentales para el triunfo del sandinismo ante la dictadura. Y no solamente desde el punto de vista estratégico o militar, sino también de movilización política de un amplio movimiento. Participar de la lucha desde la clandestinidad o la montaña era abandonar las clásicas trincheras de la política oligárquica para construir, en contacto directo con los campesinos, el poder revolucionario. El FSLN tuvo como espacio de formación política fundamental la montaña, de aprendizaje para la lucha y compromiso para la liberación nacional cueste lo que cueste[xii]. Este espacio es el que ahora ha sido olvidado y traicionado por la presidencia.
Fue en la montaña donde Sandino inició su resistencia frente a la intervención norteamericana, donde el FSLN encontró impulso para construir una fuerza moral revolucionaria donde la solidaridad, más allá de cualquier pragmatismo, se descubrió como modo de lucha frente a las fuerzas militares de la dictadura. Ahora este espacio ha sido completamente olvidado para dar paso a la formación de una estructura política oligárquica de partido político tradicional. Daniel Ortega traicionó a la montaña por la comodidad del mandar desde arriba. Ortega presidente no está interesado en morir por la patria libre, sino en seguir viviendo a expensas de su pueblo, al que puede reprimir cuando es critico.
Pero Sandino regresó y sigue en la montaña. El sandinismo de hace cuarenta años sigue vivo mientras la montaña exista. Sigue vivo mientras existan jóvenes que critican el orteguismo que se ha apoderado del FSLN actualmente y busquen una transformación verdaderamente radical para la liberación de toda la nación Nicaragüense. Seguirá vivo el sandinismo mientras haya nicaragüenses que critican despiadadamente todo lo que existe, se organizan desde las bases, y se movilizan hacia la liberación nacional para generar espacios nuevos de lucha, más allá del mismo y vigente sistema de partidos contra el que se rebeló Augusto C. Sandino luchando hasta ser asesinado por la dictadura.
[i] Le Lous, Fabrice. “El origen del poder de Daniel Ortega” [en línea]. En La Prensa (17 de julio, 2016). http://www.laprensa.com.ni/2016/07/17/suplemento/la-prensa-domingo/2068840-el-origen-del-poder-de-ortega
[ii] Clajadep. “Hoy el FSLN es una masa danielista. Entrevista al escritor Henry Petrie” [en línea]. En LaHaine.org http://clajadep.lahaine.org/?p=8219
[iii] ACAN-EFE. “Ortega propone a cardenal Obando como ‘Prócer Nacional’” [en línea]. En La Prensa (2 de febrero, 2016). http://www.laprensa.com.ni/2016/02/02/nacionales/1979883-gobierno-de-nicaragua-propone-a-cardenal-obando-como-procer
[iv] Núñez, Rogelio. “Daniel Ortega y sus sólidas alianzas político-empresariales” [en línea]. En Infolatam (20 de junio, 2016). http://www.infolatam.com/2016/06/21/daniel-ortega-y-sus-solidas-alianzas-politico-empresariales/
[v] Olivares, Iván. “Poca afluencia y ‘acarreo’ de votantes” [en línea]. En Confidencial (6 de noviembre, 2016). http://confidencial.com.ni/poca-afluencia-acarreo-votantes/
[vi] Cerda, Arlen. “El mazazo de la abstención” [en línea]. En Confidencial (12 de noviembre, 2016). http://confidencial.com.ni/mazazo-la-abstencion/
[vii] Martínez Ahrens, Jan. “La corte de los Ortega” [en línea]. En El País (6 de noviembre, 2016). http://elpaissemanal.elpais.com/documentos/daniel-ortega-rosario-murillo/
[viii] Miranda Aburto, Wilfredo. “FIDH: ‘grave impacto de concesión canalera’” [en línea]. En Confidencial (15 de octubre, 2016). http://confidencial.com.ni/fidh-grave-impacto-concesion-canalera/
[ix] EFE. “Nos quieren intimidar para que no protestemos” [en línea]. En Confidencial (19 de noviembre, 2016). http://confidencial.com.ni/nos-quieren-intimidar-para-que-no-protestemos/
[x] Vílchez, Dánae. “Balas, bombas y represión policial contra campesinos” [en línea]. En Confidencial (1 de diciembre, 2016). http://confidencial.com.ni/balas-bombas-represion-policial-campesinos/
[xi] Buitrago, Ilich, et al. “Piden cambios en el CSE” [en línea]. En La Prensa (29 de julio, 2015). http://www.laprensa.com.ni/2015/07/29/nacionales/1874458-bloquean-vias-por-miercoles-de-protesta-en-managua
[xii] Cabezas, Omar. La montaña es algo más que una inmensa estepa verde. México: Siglo XXI, 1982