Las lecciones del 1Dmx
Resulta grato saber que los últimos 14 presos del primero de diciembre fueron liberados*, sobre todo porque en ningún momento se presentaron pruebas contundentes que demostraran su culpabilidad, además de que fueron detenidos de forma arbitraria.
Lo vivido en la toma de protesta de Enrique Peña Nieto (EPN) el pasado primero de diciembre (2012) nos recordó el estilo de gobernar de Carlos Salinas de Gortari, cuando encarceló al poderosísimo líder sindical conocido como “La Quina”, en sus primeros días del sexenio, con el objetivo de dotarse de una legitimidad regateada en las elecciones a todas luces fraudulentas (1988) y al mismo tiempo, usarlo como ejemplo de lo que podría ocurrirle a quien estuviese en su contra.
Más importante aún son las lecciones que deja la jornada de movilización del pasado primero de diciembre, sobre el comportamiento político de las distintas izquierdas que actuaron ese día, mismas que incluso, con todos sus matices, se pueden catalogar en tres bloques: la izquierda partidaria, y la social con sus dos variantes: el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA)** y #YoSoy132.
La primera subsumida por un sistema que ya ni siquiera simula cambiar, como lo demuestra su respaldo al “Pacto por México”. Resultado de haber perdido el norte en esta nueva travesía política conocida como transición democrática; con la caída del muro de Berlín se diluyó la utopía del socialismo y el siglo xx con ella, entró en crisis el programa ideológico que dinamizó a las izquierdas en el mundo.
En esos mismos años en México se da un cambio de rumbo en las políticas de Estado. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) desecha el modelo nacional revolucionario por el llamado neoliberalismo, y la izquierda, ante su orfandad ideológica, recoge del suelo el proyecto desdeñado de manera acrítica.
Por otro lado, el movimiento social dirigido por Andrés Manuel López Obrador significa la demanda de buena parte de la sociedad que reclama regresar al esquema nacional revolucionario, aunque ello implique cargar una de las mayores rémoras de nuestra cultura política: el caudillismo, que en la versión mexicana ha fungido como algo más cercano a un liderazgo de contención que de verdadera renovación social.
Recientemente aparece #YoSoy132 como el más fresco y renovador de todos, pero con el inconveniente de ser un movimiento acéfalo, detalle que para muchos suele ser su mayor virtud, pero que a largo plazo deviene en miopía. La diferencia sustancial entre los acontecimientos en el 2006 y los del 2012, es que el malestar de hace seis años fue encauzado en los plantones de Reforma. El pasado primero de diciembre la izquierda independiente no sólo no supo, sino que no pudo dirigir con eficacia política su posición y descontento. ¿Qué hubo infiltración? Por supuesto, pero el fenómeno es tan viejo como previsible.
Así tenemos a un Partido de la Revolución Democrática (PRD) sin programa ideológico y sin liderazgos a la altura de una organización nacional; un MORENA con un líder, pero con un programa ideológico reciclado y asfixiado por su caudillismo; y un #132 pletórico, diverso, pero amorfo.
Todas las izquierdas, a pesar de sus problemas específicos, carecen al unísono de un programa teórico político que oriente sus acciones a largo plazo. Lo que las ha llevado a un estado de postración y de crisis. Es tiempo de retomar el camino hacia una definición profunda de las izquierdas, si no queremos que este sexenio priista que inicia, sea el prolegómeno de una restauración autoritaria para el siglo XXI.
Carecer de un programa teórico político no sólo desemboca en una falta de miras y de argumentos, sino en acciones descalabradas, discontinuas e improvisadas. El abandono de la formación política seria, ha detenido el avance para la izquierda. La ha rezagado frente a una derecha voraz.
Esperemos que este primer año de EPN sirva para reflexionar a fondo, sobre una crítica sin autocomplacencias que desemboque en un esfuerzo por reconstruir un programa propio para la refundación de este país.
*1 de enero de 2013
**MORENA obtuvo su registro como partido político hasta el año 2014