Por el poder de la palabra: Libertad
Editorial
Y por el poder de una palabra recomienzo mi vida,
he nacido para conocerte,
para nombrarte:
Libertad
Paul Eluard
En Consideraciones estamos obligados por conciencia, congruencia y porque tenemos como horizonte la utopía, a solidarizarnos con Carmen Aristegui. Lo hacemos como medio de comunicación porque eso somos, pero muchos de nuestros colaboradores lo hacen de forma personal, como lo han hecho decenas de miles en menos de 48 horas.
Entendemos que MVS Radio tiene intereses económicos muy importantes; entendemos que, como empresa privada tiene el derecho a mantener relaciones comerciales a su conveniencia. Lo que no se entiende, porque no tiene sentido, es la presión ejercida sobre la colaboradora que le produce los más grandes beneficios económicos, con lo cual busca, por supuesto, que renuncie. Y lo que también se entiende, es la razón de esta presión: ella es una molestia diaria para los gobernantes.
En el 2011 Carmen Aristegui fue despedida de MVS por “faltas éticas” contra la empresa; sin embargo, poco después se supo que la razón fueron las presiones provenientes del gobierno federal en medio de la negociación para renovar su concesión radiofónica, es decir, la ética de MVS sólo responde al ámbito monetario y ha sido capaz de ofrecer la cabeza de la periodista a cambio del negocio.
Pero está de más hablar de la ínfima ética de la empresa MVS. El asunto de fondo es mucho más grave: el gobierno federal intenta comprar todas las voces públicas y somete al silencio y al escarnio a los comunicadores críticos.
Es lamentable que la frase “no les pago para que me peguen”, de José López Portillo, uno de los presidentes más perjudiciales para México, tenga tanta vigencia en la actualidad. Hace más de tres décadas, con este enunciado se le negaba al semanario Proceso la posibilidad de tener publicidad oficial y así provocar su quiebra y desaparición. Hoy, como hace treinta años, los gobiernos priistas no soportan la crítica.
Es imprescindible para el gobierno federal tener en silencio al periodismo crítico. Las reformas estructurales son una puerta abierta a la corrupción y el enriquecimiento desmedido de los gobernantes.
Carmen Aristegui es una de las mujeres más poderosas de México; su trabajo la ha llevado a ser respetada y temida. No obstante, está siendo muy sencillo marginarla: sólo se acudió al miedo o a la ambición de MVS Radio.
Aristegui no es la única voz crítica de los medios. Hay decenas con una perspectiva similar, aunque sin los recursos económicos ni la infraestructura que ella ha construido con los años. Y es donde la incertidumbre asoma: si está resultando tan sencillo anular a alguien como ella, ¿qué le pasará a los medios de comunicación pequeños si en algún momento se atreven a criticar al poder?
México es uno de los países más violentos del mundo y uno de los cinco más peligrosos para ejercer la labor periodística. Por si fuera poco, en los últimos meses se han cerrado los canales de acceso a la información pública, se ha vuelto homogéneo el Congreso en favor del gobernante, se ha fortalecido el poder de las televisoras, se han blindado los cuerpos militares y policiacos ante la justicia, y hasta se ha colocado un juez en la Suprema Corte de Justicia de la Nación que siempre ha obedecido las órdenes presidenciales.
¿Quién será el valiente que se atreva a investigar al presidente, al ejército, a la policía, a los gobernantes?
Estamos en México. Y los medios de comunicación críticos, hasta el día de hoy, hemos perdido casi todas las batallas.
No podemos darnos el lujo de perder una más. No en tiempos tan aciagos.
Imagen de: McClatchy.blog