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A propósito de este 8 de marzo

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octaviosolis

11 marzo, 2015 @ 6:59 am

A propósito de este 8 de marzo

@octaviosolis

A Sandra

La conmemoración como memoria o petrificación

Tengo poca fe en las fechas conmemorativas. Siempre he creído que, en gran medida, son un cliché o un pretexto para los discursos políticamente correctos. Lo que significa, en pocas palabras, burocratizar la memoria. Aunque también ayudan a persistir en lo ya dicho para nunca olvidar. También creo firmemente que la mejor manera de aludir a la memoria es siempre con la mirada hacia delante. Como diría Galeano: “La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue; anuncia lo que será.”

La feminidad en concreto

Con esta premisa, he decidido reflexionar, so pretexto de este ocho de marzo, acerca de la mujer, pero no sobre una idea etérea de la feminidad, sino a partir de una realidad concreta: las trabajadoras, cabezas de familia; aquellas que a pesar de padecer el rol social de “amas de casa”, educadoras por oficio, algunas ocasiones madres solteras, también son trabajadoras y como corolario, asumen un compromiso político en su centro de trabajo. Mujeres incansables, ejemplos dignísimos de tenacidad, sobre todo aquellas que aunado a todo lo anterior, también logran un desarrollo profesional y académico al mismo tiempo.

Las trampas de la cultura política

Qué mejor reconocimiento a su ardua labor, que una modesta reflexión acerca de la cultura política que como circunstancia las define y en la que ellas influyen. En México predominan prácticas culturales que se traducen en relaciones dependientes en el campo de la política. Esto es, que los representados depositan en sus representantes más que su confianza, curiosamente, sin confiar realmente en la clase política. Dejan que ésta última no sólo decida por ellos, sino también actúe por ellos. Lo que nos convierte en una sociedad pasiva. Surgen así, los fenómenos del paternalismo y el matriarcado político.

El techo de cristal

El asunto se vuelve más complejo cuando ambas expresiones culturales cohabitan en una misma estructura social, ya que mientras en la base existe principalmente un matriarcado, en la parte de arriba predomina el patriarcado. Dicho de otra manera, aunque las mujeres son la base de cualquier política de masas, hay una reducción de su participación en la parte de arriba. Aparece entonces, lo que algunas teóricas del feminismo denominan como el “techo de cristal”.

La anterior conceptualización se utiliza para explicar cómo es que en nuestras sociedades contemporáneas existe una barrera invisible (de ahí la definición de cristal), que impide a las féminas escalar en la estructura social y política, a pesar de que el camino legal, institucional y formal, se encuentran allanados.

Esta estructura cultural esquizofrénica de nuestra política, convierte a las mujeres en coprotagonistas de la vida pública, pero con escasa participación en cargos de mayor importancia. En 100 años de la Universidad Nacional Autónoma de México no ha habido una rectora, en los casi 200 años de la historia de México, jamás una presidenta. En el actual gabinete presidencial de Enrique Peña Nieto, tan sólo hay tres mujeres en las 22 secretarías.

mujer trabajadora 8 de marzo
Imagen: Internet

Las mujeres son quienes mueven el mundo, y al mismo tiempo, este mundo ha sido vetado para ellas. La lucha que emprendieron con fervor a mediados del siglo pasado, les ha permitido obtener un reconocimiento legal, formal, institucional. Ahora permea en el discurso público, en el espectro de lo políticamente correcto, el tema de la equidad de género, y a la vez, el techo de cristal nos dice que el camino aún es largo.

Una de las razones de por qué existe un retraimiento de parte de muchas mujeres para participar en espacios de mayor responsabilidad política, es el exceso de trabajo en casa, con la familia, además de todo lo dicho más arriba.

Las falsas mistificaciones

Es importante también, aclarar que no creo en las mitificaciones que definen a las mujeres como más o menos que los hombres. Como los dichos comunes de que: “En un gobierno de puras mujeres no habría corrupción”, o que “habría mayor limpieza”. Pues para mi, los vicios en la práctica política no son un problema de género, son una relación humana de poder, de responsabilidad y ética cotidiana. Lo que sí es una cuestión de género es la estructura social, cultural.

El siglo XXI, es el siglo de la mujer

¿Qué nos depara este nuevo siglo que inicia? No lo sé, pero si de algo estoy seguro, es que así como la comunicación, las mujeres jugarán un papel central en todos los ámbitos de la vida social, política y cultural, y no sólo como coprotagonistas.

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Sociólogo y Comunicólogo por la FCPyS de la UNAM. Autor del libro Epifanía política y El fin de una era en la UNAM. Twitter @octaviosolis