Gato con Lentes

El arte de caminar en las Islas de CU


octaviosolis

22 febrero, 2015 @ 3:51 pm

El arte de caminar en las Islas de CU

@octaviosolis

 

Ciudad Universitaria (CU) no sólo es la casa de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), significa además una ruptura arquitectónica, espacial y hasta temporal dentro del mar de neurosis citadina. La distribución de sus espacios, sus áreas verdes, sobre todo en  la zona central del circuito escolar, de Las islas a la Rectoría, permiten un horizonte que impone un ritmo distinto de caminar.

Se ha mencionado que quienes diseñaron el primer plano de Ciudad Universitaria -lo que ahora es el casco viejo-, entre la Rectoría y la Facultad de Medicina, lo hicieron con la influencia de las pirámides de Teotihuacan, con la piedra volcánica como protagonista, en la idea de aprovechar las condiciones geológicas del terreno.

Aquel paisaje bucólico es una síntesis de la realidad universitaria, como una suerte de vitrina que nos muestra por decantación, las posibilidades de un mundo mejor. Ver a estudiantes de teatro que ensayan una obra, algunos que descansan para reponerse de una larga noche de estudio, parejas que comparten momentos de ternura, otros que leen a la sombra de un árbol. Hay quienes en grupo se toman fotos, los que reparten volantes para defender y difundir sus ideas, también los que con algún instrumento pueblan el aire.

Toda esa vida que cruza dentro de los muros universitarios, refleja los motivos que orillan a las personas a estudiar una carrera; no únicamente es por el conocimiento, sino lo que se puede cambiar con él; no sólo es escalar socialmente, sino un proyecto de vida, vocación.

Es verdad que el aprendizaje se encuentra principalmente dentro de las aulas, pero fuera de ellas también se construye conocimiento, con los amigos, los proyectos colectivos. Y toda esa vitalidad se refleja en los espacios abiertos de CU, lugares que nos recuerdan que el arte de caminar se ha convertido en algo excepcional. La esquizofrenia moderna que vivimos, la encrucijada del ritmo acelerado: orilla donde hemos varado exhaustos del mar de estrés; han convertido en lujo lo que antes era cotidiano.

Caminar significa meditar, ejercitar, compartir, no en balde la escuela aristotélica peripatética, donde el método por excelencia era deambular y al mismo tiempo discutir. Caminar va más allá del deporte, sirve como un desprendimiento de las vilezas del mundo, para adentrarnos a las posibilidades de la imaginación.

Imposible hacerlo en cualquier otro espacio urbano que prioriza el auto, por encima de las personas. Esto es algo de lo que los universitarios también nos deberíamos sentir orgullosos. De tener un entorno donde al caminar se sobrepone lo humano.

Islas CU UNAM
Imagen: www.revistaconsideraciones.com

Sociólogo y Comunicólogo por la FCPyS de la UNAM. Autor del libro Epifanía política y El fin de una era en la UNAM. Twitter @octaviosolis