RADIOGRAFÍA DEL PODER EN ISRAEL
Alvise Calderón Berra
Estamos acostumbrados a ver imágenes de aviones israelíes bombardeando la Franja de Gaza por las cadenas de televisión en tiempo real y contabilizar cotidianamente cifras interminables de niños, mujeres y hombres muertos, deshumanizándonos el ojo y nuestra forma de ver el mundo. Artículos que compiten por la cantidad de adjetivos para describir la muerte. “Hasta el momento no he visto que un libro detenga una bala” (Etgar Keret). Sujetos celebrando en la playa la masacre de un pueblo indefenso, como si estuvieran en una plaza de toros. Desde una cómoda sala de Tel Aviv se perpretan homicidios gracias a la eficacia de los drones sobre blancos previamente seleccionados. La realidad virtual se entremezcla con la realidad empírica sin problemas de consciencia transformando la pobreza en ataúdes en hileras interminables. Palestina es una tierra donde la estabilidad es un sustantivo inexistente.
¿Pero qué ocurre en el interior de Israel? ¿Existe una oposición social al movimiento político del Likud, partido de centroderecha, de donde vienen figuras como Ariel Sharon y actualmente Benjamin Netanyahu?¿Que se puede decir de una sociedad que obliga a los jóvenes de 18 años a tener una formación militar de por lo menos 3 años? ¿Que representa para estos jóvenes compartir comida, sueño y hasta sexo teniendo como acompañante nocturna un arma? Ya lo decía el escritor Israelí Etgar Keret: “Si vas a una calle de Israel y ves dos taxistas gritando, te puedo decir que discuten sobre el conflicto, porque esos dos taxistas fueron soldados, y si estuvieron en el ejército, le gritaron a los palestinos o les dispararon, y después regresan a sus casas y se gritan entre ellos. Eso está dentro del sistema”.
En un libro recientemente publicado por el sociólogo israelí Idan Yaron, se nos introduce en las aulas y las mentalidades de los niños en una escuela de décimo grado en la parte central de Israel. Con testimonios desgarradores nos explica la gestación de una pedagogía del odio y el racismo. Y nos muestra cómo estos sentimientos básicos entre los jóvenes, son una componente clave de su identidad. En una de sus conclusiones Yaron intenta mostrar cómo el odio es un elemento compartido, siendo un punto de identidad y unidad social para los ciudadanos Israelís.
La técnica de los sionistas ha sido la de exportar el conflicto y hacer que las metrópolis occidentales lo imbuyan, haciendo de un conflicto local, una psicosis global. En este caso, desprestigiando al partido de Hamas, tachádolo de organización terrorista, omitiendo su labor social y política y como programa que ha reconstruido el tejido social, haciendo escuelas y sinagogas.
La propuesta de Hamas es que Israel se retire de los territorios ocupados respetando las fronteras de 1967, que representan un 22% de lo que fue el territorio original de Palestina en 1946, pues esto implica un reconocimiento a la cultura y a la identidad constituida a partir del sentido de pertenencia a un territorio. A cambio de esto, llama a una hudna (tregua) de duración ilimitada. La figura que ha construido y exportado el Likud de Hamas, es la de una institución volcada en favor del terrorismo, es decir, un icono del terror. Empero, lo que realmente se demuestra, es que Hamas está dispuesto a negociar. Ante esta perspectiva, el Likud, sabe que el conflicto es la única vía para perpetuar el discurso de una paz imposible. Al atacar Israel a Palestina, la única respuesta posible es la defensa. El partido político que ganó democráticamente las elecciones, es decir Hamas, debe responder ante tales agravios.
¿Cómo puede ser que el ejército israelí, famoso por ser de los mejor preparados en el mundo, tanto en formación como en equipo tecnológico, no logre prevenir los lanzacohetes y misiles que parten de Gaza rumbo a Israel lanzados por Hamas? Lo que resulta extraño, es que el ejército israelí acabe siempre siendo sorprendido. Probablemente las víctimas israelíes sean el tributo a los dioses de la guerra, para encender la caldera y la ira de los pueblos. Y con ello quedar cegados como Ajax, perpetuando así la guerra y el exterminio paulatino de un pueblo. La guerra por tanto es el antídoto de Israel para no ceder ante la negociación y seguir legitimando el discurso del terror.
La guerra pone en una encrucijada al presidente de la Organización de Liberación Palestina (OLP) Mahmud Abass, visto por Occidente como el intermediario más “civilizado” para negociar una paz ente Hamas e Israel. La guerra promovida por este país, permite que si Abbas apoya a Hamas, es tildado de promotor y defensor del terrorismo, la cual es hoy en día proscrita como organización terrorista extranjera por Estados Unidos e Inglaterra. Pero, por otro lado, si no lo apoya, fragmenta la población palestina, ya que hay que recordar que obtuvieron la mayoría en las votaciones democráticas de 2007. Es decir, que Israel se pone en una situación de ganar-ganar.
Se trata de una campaña de silenciamiento a toda disidencia, la cual es tachada de izquierdista o pro-árabe, encerrando ambos puntos, como contrarios al bien o al progreso de la sociedad hebrea, al polarizar el lenguaje y las ideas. Como respuesta a esto, un tercio de la población que vive en Israel, dice estar dispuesta a dejar este territorio. Hartos de una clase política de derecha que implementa la Torá como discurso político. Encendiendo con canticos las trifulcas de un pueblo cegado por el miedo y regido por el racismo, gritando y cantando: “Gaza es un cementerio de niños”
Por lo contrario, las marchas en contra de la ocupación Israelí a Gaza fueron rápidamente reprimidas y manipuladas por los medios de comunicación. No hay que olvidar que el racismo que se transpira desde las altas esferas de la política de Israel, las aulas, el trabajo y las plazas perpetúen leyes muy similares a las aprobadas por Hitler. Cabe resaltar que un hombre que contrae matrimonio con una mujer palestina, no tiene derecho a vivir en una casa de Tel Aviv o alguna otra ciudad de Israel. Únicamente pueden conformarse con una casa que esté ubicada con los colonos en la frontera con la Franja de Gaza. Todo ello con la finalidad de que estos habitantes fortalezcan su odio y repudio de aquellos vecinos palestinos que fueron desplazados de su tierra y por tanto rechacen a los nuevos ocupantes, generando no sólo odio a los israelíes, sino también a las esposas casadas con éstos. De esa forma se perpetua e intensifica de manera racísta,siniestra y manipuladora el conflicto.
La realidad de los israelíes es movida por una estructura política y social carente de ética y valores que perpetúa una cotidianidad de la violencia, que incentiva y legitima el rechazo a la alteridad. Los jóvenes israelíes, casi todos reservistas del ejército, actúan a partir de una estructura militarizada, dirigida por ex terroristas del movimiento pre-estatal Lehi e Irgún. De esa forma naturalizan la barbarie, haciéndonos recordar a Hanna Arendt y su concepto de la banalidad del mal reproduciendo y naturalizando así lo aprendido. Podemos encontrar ese reflejo en la película Vals con Bashir del gran director hebreo, Ari Folman.
¿El orden de las cosas parece estar cambiando? No es fácil afirmarlo, aunque hay indicios alentadores como la huelga de hace seis meses por parte de un grupo de jóvenes judíos, que se negaron a ingresar al ejército o los 43 soldados de élite que rechazaron servir a un gobierno que cancela sus derechos a millones de personas. ¿Estamos acaso ante una expresión, pálida expresión de que la vieja guardia del Likud, de donde proviene Netanyahu, Sharon y su séquito de dinosaurios políticos, promotores de la violencia y el terrorismo desde 1948, ya no son tan apoyados como quisieran, y esto da pie a la posibilidad de formación futura de nuevos cuadros políticos que se oponen al sionismo de ideas añejas, como la de la idea de Isreal como la Tierra Prometida y su supremacía sobre los demás países? ¿Se está ante la apertura de nuevos campos para hacer política, que nos recuerdan a Isaac Rabin? No hay que olvidar que la violencia, es un acelerador de procesos sociales.
Altruismo hipócrita y técnicas del goteo
Israel abastece de agua a la Franja de Gaza, de la cual se dice que el 95% de ella no es potable. Israel busca mantener a Palestina en el umbral de la sobrevivencia, manteniéndola en estado de dependencia, como sucede con los 106 camiones que salen diariamente de Israel con comida y medicinas rumbo a Gaza; pero que, según informes de la Asociación Israelí para el Libre Movimiento de los Palestinos, la cantidad de cargamentos realmente transferida por día es de 67 camiones, con un pago por parte de los palestinos de 380 millones de dólares.
Israel aplica la operación del desgaste, de la técnica del goteo para orillarlos y arrinconarlos a la esclavitud y dependencia perpetua, pero al mismo tiempo genera un rostro de ayuda a un enemigo indeseable con el fin de mantenerlos como animales encerrados en una jaula, mientras se muestra altruista con estos camiones de la ignominia, al mismo tiempo que controla y dosifica la subsistencia de los productos. Hay que recordar que Palestina vive actualmente del 80% de sus ingresos proveniente de la ayuda humanitaria.
La ideología y la relación del partido del Likud con su primer socio militar y comercial, Estados Unidos, conciben su existencia y su supremacía en la Tierra como designio divino. Ambos creen en el “Destino Manifiesto” y son famosos en su inventiva desenfrenada para crear siempre nuevos enemigos (las culturas nativas, los japoneses, los soviéticos, los terroristas, la islamofobia).
Palestina no sólo se enfrenta a las armas, sino al desprestigio de los aparatos ideológicos hollywoodenses en manos de los sionistas.
Si Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia concentran el mayor número de judíos fuera de Israel, mismos que representan intereses multimillonarios ¿qué potencia podrá defender a Palestina de la masacre del sionismo? Sólo la sociedad mundial podrá ejercer presión para ponerle un freno al abuso de un pueblo que ha empleado el nazismo “como póliza de seguro”. El escritor Norman Finkelstein en su libro La industria del Holocausto explica cómo la historia del Holocausto fue interpretada por los judíos norteamericanos con tintes ahistóricos, pero construyendo un relato de alto contenido ideológico y fundado en poderosos intereses creados, con la finalidad de obtener inmunidad política y militar por parte de Occidente.
Los sionistas inauguraron el terrorismo durante los años Cuarenta, el Irgún, y lo han continuado a lo largo de todo el siglo XX. No hay que olvidar que esta célula terrorista contrataba niños y niñas de 14 años para perpetuar ataques en espacios públicos con la finalidad de presionar a los británicos con el fin de obtener su independencia. Ya lo decía Ruth Resnik, pionera de la igualdad de la mujer y ganadora del prestigiado Premio Israel: “Yo también fui una terrorista” al ser enrolada al Irgún cuando tenía tan solo 14 años. ¿No acaso los palestinos están haciendo lo mismo para obtener su independencia?
Siguiendo a Resnik: “los habitantes de Gaza no son diferentes a nosotros, y es nuestra opresión lo que los lleva al terrorismo, así como la opresión británica de Palestina nos condujo a nosotros a poner bombas”
El historial de muerte de Israel conforma ya el imaginario colectivo de la identidad musulmana. La masacre de Shatila y Sabra durante la intervención a Líbano, donde Ariel Sharon permitió, haciéndose de la vista gorda para emplear un eufemismo, la tortura y fusilamiento de más de 3 500 palestinos, entre ellos niños, ancianos y mujeres. Todo ello en nombre de la seguridad de Israel y nada más.
El cinismo rebasa lo imaginable, al observar a un miembro e impulsor del Irgún como primer ministro y principal promotor de la intervención del ejército israelí a Gaza. Los palestinos se enfrentan en estos momentos a un multihomicida, secundado por unos amantes históricos de la guerra y la barbarie (Occidente). Palestina está sola ante los intereses multimillonarios del concierto de las naciones.