Gato con Lentes Opinión

Chespirito; la comedia como metáfora de nuestras tragedias


29 noviembre, 2014 @ 7:46 am

Chespirito; la comedia como metáfora de nuestras tragedias

Ricardo Rivas

 

Personajes como el Chavo del Ocho o el Chapulín Colorado se han tornado en íconos de la cultura popular mexicana, incluso, su referencialidad es vigente en gran parte de América Latina. Así es, nos guste o no, su trascendencia –sin hablar en términos maniqueos- es innegable e inseparable de su recientemente fallecido creador, Roberto Gómez Bolaños.

Considero muy probable que en un espectáculo alentado, claro está, por Televisa -empresa que ha comprobado saber hacer negocio hasta con la muerte de quienes integran su nómina-, su deceso causará revuelo en el seno de la sociedad mexicana y, en el peor de los casos, los propietarios de una de las partes del duopolio que caciquea la televisión abierta, inundarán sus transmisiones con un torrente de homenajes y más capítulos de los célebres personajes de la inspiración de Chespirito, el “Shakespeare mexicano”, como lo bautizara el cineasta Agustín P. Delgado.

Lo cierto es que Roberto Gómez Bolaños se ganó su fama a pulso, trabajando desde sus inicios como publicista hasta su consolidación como guionista. Fue considerado por quienes lo conocieron como un hombre honesto y sencillo, humano como todos. Hasta el día de hoy sus personajes siguen ocupando gran parte de la programación habitual.

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En lo personal, y aunque como muchos de nosotros pasé gran parte de mi infancia frente a un televisor en el que interactuaban los personajes de Chespirito, actualmente no me agrada la comicidad de tales producciones, inocente, simple, a veces ofensiva, lo que, sin embargo, por ningún motivo quiere decir que sea mala.

Me parece justo dejar de lado los juicios de valor y, por lo contrario, cuestionarnos por qué sus creaciones gustaron, gustan y seguirán gustando a miles de mexicanos, ¿por qué causan risa las andanzas de un niño en extrema pobreza cuyo más grande anhelo es una torta de jamón? ¿la condición de vida de “lumpen” de Don Ramón? ¿la muy desviada conciencia de clase de Doña Florinda y su consentido hijo? ¿el migrante que buscando una mejor vida terminó en una vecindad trabajando como cartero? ¿los “caquitos” que hicieron de la delincuencia su muy peculiar estilo de vida o el profesor-guía intelectual y moral encargado de la educación de los niños de una vecindad? ¿Será acaso que el  más grande acierto de Gómez Bolaños haya sido lograr distraer la conciencia, haciendo de la comedia una hipócrita metáfora de nuestra cotidiana tragedia?

 

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