Las tensiones en el gabinete; el sexenio en disputa
La izquierda y derecha
Cuando me enteré de la convocatoria a la marcha por el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) no me sorprendió; confirmaba el ánimo que habrá de prevalecer durante todo el sexenio: una disputa entre la izquierda y la derecha, sí, esos conceptos que para muchos ya no son vigentes.
Ante todo, un gobierno de coalición
La mayor fortaleza política de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se ha convertido en su mayor debilidad ideológica; su gobierno no es de izquierda (al menos no una izquierda tradicional) y aunque está inundado del imaginario zurdo de la política, es ante todo de coalición. Sólo así se podía llegar electoralmente a la presidencia en este país; el costo es una ambigüedad ideológica, lo que genera un vacío para la disputa política que vendrá.
El sexenio estará marcado por una doble tensión, dentro y fuera de su gobierno. Tanto la izquierda como la derecha intentarán imponer agenda, ya que en su equipo de colaboradores se refleja esa misma ambigüedad ideológica, pero además, su triunfo ha generado una enorme expectativa popular y un gran temor de las clases dominantes.
Que la derecha salga a marchar es legítimo y da gusto, pues significa que sus intereses han sido tocados. No sería la primera vez que eso sucede en México o América Latina. En el gobierno de Lázaro Cárdenas la derecha se organizó con la creación de los partidos Acción Nacional y el Revolucionario de Unificación Nacional. Y no olvidemos los cacerolazos en Chile, durante el gobierno de Salvador Allende (1970-1973).
Lo importante para este sexenio no es quejarnos y lamentarnos de las marchas, protestas y chantaje que la derecha habrá de emprender contra ciertas medidas que afecten sus intereses, sino la reorganización, de ser posible, refundación, unidad y movilización de las izquierdas para lograr el avance de una agenda social.
El eterno chantaje de la derecha
El recurso más común de la derecha siempre ha sido el chantaje a través de la presión económica. Cuando Luís Echeverría se peleó con los empresarios en su sexenio (1970-1976) éstos empezaron a sacar sus capitales del país. El aumento del dólar al día siguiente de la consulta por el aeropuerto, es más una presión intencionada que un comportamiento “natural” de los mercados.
Las élites económicas son peligrosas cuando sienten amenazados sus intereses; pueden destrozar cualquier economía nacional en semanas, pues cuentan con aliados internacionales. Me queda claro que AMLO tendrá que gobernar sin abrir una guerra con la bestia empresarial, pero también advierto que en algunas ocasiones habrá de recurrir al apoyo popular para revertir la enorme desigualdad provocada por el modelo neoliberal. En ese movimiento pendular se medirá el tiempo político del sexenio que nos toca vivir. La única arma de las clases populares es una sola palabra: organización. Para la unidad, para defender y recuperar derechos sociales arrebatados.
