De Norte a Sur Opinión

La agonía del dinosaurio: ¿el fin de la era priista?

Alam Yael Bernal Avendaño


29 agosto, 2018 @ 7:29 pm

La agonía del dinosaurio: ¿el fin de la era priista?

El Partido Revolucionario Institucional (PRI), es uno de los órganos políticos más viejos de México, puede decirse que el México post revolucionario se formó de la mano del partido tricolor.

Sin embargo, durante décadas el priismo ha sido visto como un partido represor, autoritario y antidemocrático, diversos movimientos políticos y sociales, han trabajado arduamente para destruirlo y borrarlo para siempre de la historia de México. Por esa razón el PRI buscó por todos los medios destruir a dichos movimientos, así fuera utilizando la persecución y el asesinato; de Tlatelolco, pasando por el halconazo, la guerra sucia e incluso el movimiento zapatista.

Una de las estrategias para el control mediático del grueso de la población, fue mantener una estrecha relación con los medios de comunicación masiva, aquellos que no se alinearon, eran boicoteados; y los periodistas que tenían cierta autonomía eran asesinados.

En el año 2000, Vicente Fox y el Partido Acción Nacional (PAN), habían logrado lo que muchos habían intentado por años, derrotar de manera pacifica al PRI, el triunfo de la ultraderecha era visto como el ultimo paso para la transición democrática de México. Sin embargo, el PRI logró, no sólo adaptarse a la nueva era política que vivía el país, sino que incluso, se infiltro en los partidos que decían ser la oposición.

Dos sexenios bastaron para que quedara demostrada la ineficacia del proyecto panista, y el PRI ayudado de su vieja aliada, la televisión, logró regresar victorioso a la presidencia de México. Peña Nieto, educado desde su niñez en la política, intento crear un proyecto político y social que hiciera que el PRI retuviera la presidencia por varios años más, retomó la mano dura contra sus críticos, acallo a periodistas que no eran afines a su gobierno e implemento una serie de políticas clientelares para retener el poder.

Sin embargo, la situación era distinta a la del México del siglo XX, la ciudadanía tomo nuevos espacios de comunicación; pero sobre todo, un movimiento político-social surgido a principios de siglo, comenzó a tomar fuerza de manera sigilosa pero muy fuerte. El dinosaurio retuvo a lo largo de seis años, varios de sus bastiones políticos, desde municipios hasta estados, pero las heridas ya habían comenzado a gangrenar.

La corrupción de un priismo que parecía haber construido un proyecto de largo alcance, fue una de las razones principales de su debacle; a ello se sumó un líder carismático con un partido con poco menos de cinco años de creación, comenzó a ganar más y más miembros, principalmente los de la base, que por un viento de convicciones buscaban una salida a la pesadilla neoliberal que había acabado con la clase media y que sobre todo había arrastrado al país a un plano de violencia no vista.

La elección de julio fue una consulta entre continuar con el proyecto económico imperante durante las ultimas tres décadas, o buscar nuevas alternativas. El pueblo se volcó a las urnas y a través de una revolución electoral, decidió que la era en México del modelo neoliberal, tenía que llegar a su fin.

Pero el dinosaurio no ha muerto, los intereses son muchos y la putrefacción de su corrupción, mantiene en el vilo de la incertidumbre a muchos peces gordos. Los próximos seis años serán una etapa difícil, en el que el próximo gobierno tendrá que buscar desenterrar -esta vez para siempre- los vestigios del antiguo régimen, para evitar que nuevamente vuelva y solamente quede en el basurero de la historia.

Si el próximo gobierno comete se equivoca y no acaba con el priismo, muy probablemente éste lograra mutarse y volverá en un corto tiempo; los movimientos que trabajaron para lograr la fiesta del 1° de julio pasado, se verán defraudados y la ciudadanía tendrá aún más falta de empatía con la política.

Es necesario entonces, un trabajo en conjunto de las organizaciones de la sociedad civil y la población en general, que permitan una refundación de fondo del Estado mexicano, en el que la clase media crezca y la élite económica abandone sus privilegios. La tarea será dura y difícil, pues en ninguna página de la historia se sabe que los regímenes tiren la toalla tan fácilmente, pero es un trabajo que tiene que hacerse para evitar el colapso de un país que camina a la debacle.

Alam Yael Bernal Avendaño

Alam Bernal estudií Ciencias Políticas en la UNAM. Ha colaborado en revistas, periódicos y medios electrónicos de comunicación.