Opinión

La inteligencia que México necesita

Raúl González


raulraulgonzal1

27 agosto, 2018 @ 7:47 pm

La inteligencia que México necesita

Cronotopos

 Coloquen sus charolas y pistolas, de propiedad oficial o personal, a sus pies, exclamó el teniente coronel Jorge Carrillo Olea, frente a 60 comandantes de la Dirección Federal de Seguridad (DFS). Era mayo de 1985, un sábado a medio día, en el auditorio de las oficinas centrales de la Dirección, en Plaza de la República, frente al Monumento a la Revolución. Así fue el último evento protocolar de la DFS. Poco antes, se había comenzado con el retiro de “charolas”—credenciales metálicas— a elementos ajenos de la policía política.

Oficialmente, la Federal de Seguridad desapareció un 29 de noviembre de 1985; extraoficialmente, se extinguió a causa de vicios adquiridos en sus últimos años: corrupción y penetración del narcotráfico, principalmente. El secuestro, tortura, y desaparición del agente antidrogas norteamericano, Enrique Camarena Salazar, así como el asesinato del periodista Manuel Buendía, fueron el detonante para comenzar el desmantelamiento de la institución.

Nacida durante el sexenio de Miguel Alemán Valdés (1946-1952), la DFS fue concebida como un grupo de élite al servicio del presidente de la república, encargada de su seguridad personal, además de informar sobre el panorama social y político del país. Sin embargo, lo que se ideó como un “servicio de inteligencia” en el contexto de la Guerra Fría, terminó por convertirse en una oficina de espionaje político. Quizá por ello, Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958), decidió desprenderse de la dirección, trasladándola al mando de la Secretaría de Gobernación (SEGOB).

La “inteligencia” del gobierno mexicano, se reducía en ese entonces, a la elaboración de tarjetas de información, mediante la transcripción de todo tipo de datos, muchos de ellos de dudosa comprobación, provenientes de fuentes poco confiables: medios de comunicación, informantes pagados y, en ocasiones, habladurías dentro de las oficinas de gobierno. Lo más grave de todo no solamente era la poca fiabilidad de la información con la que contaban, sino la inexistencia de un análisis estratégico de dicha información, es decir, todo se reducía a una vulgar recopilación de datos sesgados.

Esta práctica prevaleció por mucho tiempo, lo que llevó al estado mexicano a actuar sin previsión, generando desastres, como la represión al movimiento estudiantil de 1968, la visita de Luis Echeverría a Ciudad Universitaria, el fallido combate al narcotráfico, la incomprensión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) cuando surgió en Chiapas, por mencionar algunos de los tantos casos que se pudieron haber resuelto y/o evitado si se hubiese dispuesto de un servicio de inteligencia eficaz para el gobierno en turno.

Del mismo modo que la política regional de la época, ciertas áreas de gobierno eran controladas por personajes clave que ejercían un férreo cacicazgo. En el caso de la seguridad nacional, siempre sobresalieron Miguel Nazar Haro y Fernando Gutiérrez Barrios, sin contar con las diversas mini-agencias policiacas de gobierno que volvían más difícil la coordinación interinstitucional en materia de inteligencia.

Además de fungir como una oficina de espionaje político, la Federal de Seguridad sirvió como elemento represión, persecución y muerte, para enfrentar a los movimientos sociales del siglo pasado. Cuando se desató la crisis de 1994 en el país, salieron a la luz muchas de las deficiencias que asolaban los temas de seguridad nacional, prueba de ello era la inexistencia de una base de datos que agrupara la presencia de grupos guerrilleros, terroristas, anarquistas y fascistas en el país, o bien, el operar indiscriminado de agencias de seguridad norteamericanas, tales como la Agencia Central de Inteligencia (CIA) o el Buró Federal de Investigación (FBI).

Por ejemplo, meses antes del levantamiento armado del EZLN, el Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (CISEN) había interceptado transmisiones clandestinas de radio en la selva de Chiapas, esto sin contar con el secuestro y muerte de dos miembros del ejército mexicano, a manos de “pobladores” de la región.

Lo que representó la omisión institucional hacia lo que se sospechaba como el actuar de una guerrilla rural. En pocas palabras, la inesperada llegada del Ejército Zapatista se pudo haber contenido con inteligencia eficaz.

El tráfico de drogas, armas, personas u órganos, los grupos guerrilleros y terroristas, las amenazas biológicas, epidemiológicas y químicas, la sobrepoblación, las amenazas extranjeras, el calentamiento global, los fraudes bancarios y ataques cibernéticos son algunos de los tantos temas en que se debe de ocupar la inteligencia mexicana. El más grave error de las administraciones gubernamentales, ha sido creer que la inteligencia solamente se circunscribe al combate al narcotráfico y la delincuencia organizada mediante prácticas policiales.

Tal y como lo expone Jorge Carrillo Olea, en su libro Torpezas de la inteligencia, las grandes fallas de la seguridad nacional y sus posibles soluciones, el CISEN fue concebido como un centro de seguridad capaz de generar información del más alto nivel para la toma de decisiones del ejecutivo federal. Lamentablemente, lo que parecía ser la promesa de una institución modelo, se pervirtió con viejas prácticas como el espionaje a opositores políticos, la corrupción y la ineptitud institucional. En eso se convirtió el moderno Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional.

El arribo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a la presidencia de la república, significa un nuevo parteaguas en la historia de la inteligencia nacional. Su futuro Secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, anunció la desaparición del CISEN, y la creación de la Agencia Nacional de Inteligencia, una institución que aglutine a todas las áreas encargadas de la seguridad nacional. Quizá, esa agencia acabé de tajo con los problemas del pasado, pero además, contribuya a la cimentación de un sólido organismo capaz de velar por los intereses nacionales e internacionales de México.

Desde el momento en que empezaron a desmantelar la Dirección Federal de Seguridad, se comenta que, al recoger las charolas a los agentes, se les recordaba que para hacer inteligencia “no se necesita ni de identificación y mucho menos de armas de fuego”. El país ya no necesita represión, omisión, y servicio a unos cuantos, el país necesita eficiencia, control, tecnología, preparación y servicio a toda la nación, esa es la inteligencia que necesita México.

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Foto: polemón
Raúl González

Comentócrata, amante de la historia, bibliófilo por vocación, universitario por decisión.