De Norte a Sur Opinión

Por un México sin sectarismos

Colaboradores


4 agosto, 2018 @ 10:54 am

Por un México sin sectarismos

Mireille Campos Arzeta

Al conocer los resultados de la elección presidencial del 1 de julio del 2018 y el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, siendo su tercera contienda, a las pocas horas alguien soltó un tweet maravilloso que decía lo siguiente: “La noche del 2 de julio de 2006 concluyó la noche del 1 de julio de 2018. La noche más larga de México. Autor desconocido. Y en alusión al tweet, en esa noche larga sucedieron los agravios, las injusticias, las muertes, los feminicidios, las desapariciones, y en las madrugadas se aprobaban las reformas constitucionales del Pacto por México y con ello las traiciones, sucedió todo, menos la justicia.

Pero en esa larga noche también surgieron los desencantos con las izquierdas de este país tanto la del lopezobradorismo y el mismo zapatismo. En esa larga noche se dieron cita los encuentros, desencuentros y la reconciliación con el voto, porque implicó el acto de votar como una enérgica protesta masiva, sin miedo y de acción pacífica, pero sobre todo volver a resignificar el voto, darle dignidad, eso hicimos los más de 30 millones de mexicanos.

Por lo tanto, me parece fundamental y un ejercicio de honestidad aclarar a la comunidad lectora desde qué coordenada política planteo esta reflexión y viene desde la militancia que en sus inicios fue zapatista y posteriormente adherente a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona (2005), que dio origen a La Otra Campaña, una iniciativa política independiente de los partidos políticos que llamaba a conformar un Programa Nacional de Lucha y crear una Nueva Constitución Política, sin embargo, fue muy clara en las definiciones políticas, no manifestaba su apoyo al candidato presidencial: Andrés Manuel López Obrador, siendo uno de sus más fervientes críticos en todo el proceso hasta nuestros días.

El colectivo en el que milité por años, seis para ser precisa, fue uno de tantos a los que ya no se le siguió convocando para formar parte de la Otra Campaña, lo entendimos y asumimos con toda la tristeza y decepción. No ahondaré en detalles, pero son de las más amargas experiencias para alguien que por primera vez se había iniciado en la vida del activismo y que se sentía orgullosa de no haber pisado ningún partido político, y hasta la fecha es así.

Cabe señalar que fue un proceso de depuración de colectivos y organizaciones adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, se emprendió un año después en 2007, en el comunicado contundente titulado La solidaridad como hermandad o como usura, de la Comisión Sexta del EZLN, el zapatismo expresó su malestar sobre organizaciones y colectivos que lucraban con el zapatismo, cómo llegaron y quiénes emitieron los falsos rumores fue todo un misterio, para esas fechas no sonaba tanto el tan preciado Derecho de Réplica, una verdadera lástima.

Con el paso de los meses veíamos que no fuimos los únicos, que hubo más colectivos y organizaciones, en ese momento desconocía cuál fue el destino de esos activistas y a dónde se fueron, no había redes sociales como ahora, todo era por correo electrónico y chismes entre pasillos. Lo lamentable de ese episodio es que no pudimos reflexionar cuál sería el rumbo político de la izquierda anticapitalista y antipartidista de México que ya no formaba parte del zapatismo, el principal referente anticapitalista.

Así que una generación importante de activistas pro zapatistas quedó en la orfandad, una izquierda que nos asumíamos como autonomistas-anticapitalistas y que nuestro actuar político no debía pasar por la vía partidista, grave error, porque le hicimos un enorme vacío al poder, por no querer disputar la política en el plano institucional, el vacío perfecto que ocuparon los mirreyes de las universidades privadas, la clase político-empresarial más deshumanizada que llegó al poder.

Fue gracias al movimiento estudiantil #Yosoy132 que me reencontré con simpatizantes zapatistas, algunos seguían como adherentes de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y otros, pues eran de los que ya no estaban convocados, de los “corridos” o “a los que corrieron” decían algunos con mucho orgullo porque ellos sí habían sido elegidos para seguir en “la Otra”, tal cual sinónimo de estatus en la lucha, de la estrellita en la frente que te ponen en la primaria cuando te portas bien y cumples con la tarea, una superioridad moral infumable que al principio molestaba, pero aprendías a lidiar con ello.

En el movimiento #Yosoy132 se encontró parte del eslabón perdido ¿Qué ocurrió con los activistas de colectivos anticapitalistas expulsados de la Otra Campaña? Ese acercamiento me permitió ver que habían tres posturas, similares a las del 2018, los que definitivamente no le iban a dar el voto a AMLO, los que ya se habían adherido al Movimiento de Regeneración Nacional y los que le dimos el voto sin convicción, pero no queríamos el regreso del PRI, un voto a regañadientes, pero tampoco queríamos cometer el error del 2006, en las charlas de aquella elección siempre salía el tema “debimos votar por AMLO en 2006”, pues la barbarie de la guerra nos tenía rebasados, aterrorizados y con sentimiento de culpa.

Nuevamente en el movimiento #Yosoy132 se reivindicó el antipartidismo como uno de sus ejes rectores, y esto no sólo se debió a la influencia del zapatismo, también fue gracias al descrédito de los partidos políticos a su lacerante forma de conducir la vida institucional del país, viciar el quehacer político y deshonrarlo. Lo hicieron tan bien que a nadie le interesó la idea de formar un partido político. En algunos artículos de opinión se preguntaban ¿por qué el #Yosoy132 no optaba por la conformación de un partido político? Esperaban de nosotros un fenómeno como Podemos, nos consideraban similares al movimiento #15M, pero el antipartidismo pudo más. Años después algunas de sus caras más visibles irían por candidaturas independientes, se dieron cuenta que estar en las calles, o en organizaciones de la sociedad civil no es suficiente para enfrentar al partido de Estado, que para ello es necesario la toma del poder político porque es ahí donde se toman las decisiones, los que estamos del lado académico, ONG y/o movimientos sociales sabemos que podemos influir, y eso muy lejanamente a lo que proponemos, pero jamás decidir.

La elección del 2006 fue dura para la izquierda anticapitalista-autonomista, ésta fue brutalmente reprimida en San Salvador Atenco y posteriormente se dividió y no tuvo mayor incidencia en la vida política del país, aunque las comunidades indígenas siguieron su proyecto de autogobierno con las Juntas de Buen Gobierno, construyeron a lo interno dando un ejemplo de resistencia al país, pues ellos están resolviendo sus problemáticas, con sus propios medios, sin ayuda del gobierno.

Sin embargo, existen muchos Méxicos y para reconciliarlos los sectarismos no sirven, esa lección nos quedó clara en 2006, sólo es la demostración de la pureza ideológica y la superioridad moral, porque se pueden señalar los errores del lopezobradorismo, eso es parte del ejercicio crítico para saber ser oposición, pero cerrar el diálogo con quien está demostrando disposición de volver a reflexionar los pendientes sobre los Acuerdos de San Andrés, es desperdiciar el momento histórico que está viviendo el país. El gobierno de Andrés Manuel no será anticapitalista, ni resolverá en seis años 40 años de neoliberalismo, pero dejemos que la evaluación de las políticas públicas, el impecable monitoreo de la sociedad civil y los movimientos sociales lo respondan en un futuro, ahora es muy prematuro afirmar que será más de lo mismo.

El EZLN tiene sus razones para no querer dialogar con el próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y nosotros no tenemos porque forzarlos, sólo podemos opinar, lo que sí me parece importante señalar es que en este país las que más hemos padecido la guerra somos nosotras las mujeres de todas las clases sociales, y los sectarismos vengan de donde vengan, no caben en nuestra lucha de mujeres. Confío en que el Primer Encuentro Nacional de Mujeres convocado por el CNI y el CIG celebrado los días 28 y 29 de julio, en San Lorenzo Nenamicoyan, Estado de México, construya desde la diversidad que somos y que nos permita tener todas las aristas, la complejidad de la guerra en México implica estar en las calles, en el Congreso y en las instituciones, estar en todos lados.

Imagen: animalpolitico.com
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