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Huapango arribeño, la música de la sierra de Xichú

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guerrerojp

20 enero, 2015 @ 12:44 pm

Huapango arribeño, la música de la sierra de Xichú

Tradición que perdura entre música, cerros y versos

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Los paisajes de la sierra norte de Guanajuato no solamente se pueden admirar por las formas caprichosas de sus cerros, su vegetación, fauna, cascadas, arroyos o ríos. En medio de todo ello también hay versos, que retoñan entre acordes y melodías de violines, vihuelas, jaranas y guitarras.

Xichú, Guanajuato, es un pueblo encumbrado entre cerros y montañas de esas tierras. Antiguamente se le conocía como el Real de Xichú por su amplio potencial minero. En la actualidad, las minas están abandonadas, pero en esta pequeña localidad, donde antaño vivían los chichimecas, no desapareció la tradición de trovar, cultivada por generaciones y generaciones de juglares serranos.

Ahí, en esa serranía abunda el son arribeño, la música tradicional que comparten los estados de Guanajuato, Querétaro y San Luis Potosí. Su máxima expresión se muestra en las topadas, que son duelos entre poetas huapangueros y llegan a durar hasta más de doce horas.

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Guillermo Velázquez y los Leones de la Sierra de Xichú

Guillermo Velázquez es uno de los herederos de este arte y quizá el máximo exponente del género y al hablar, es tajante al decir que el son no agoniza, que no necesita de ningún rescate pues se encuentra más vivo que nunca en las zonas donde se practica.

“No, no, no. Pienso que la música tradicional mexicana en cada región a donde pertenece -con más o menos fuerza- está completamente viva y en proceso de re funcionalización y de renovación”, afirmó en entrevista.

Él encabeza a Los Leones de la Sierra de Xichú, una agrupación que por muchos años se ha encargado de mantener la poesía y la música de la sierra. No solamente con presentaciones, sino también con instrucción y apoyo a nuevas generaciones de músicos y trovadores.

No obstante, también es claro al decir que la música tradicional no atraviesa por un boom, pero huapangueros y versadores jóvenes se encargan de apuntalar el futuro de esta música.

“Siempre habrá una lucha de luminosidad y de oscuridad en todo esto, pero yo soy un convencido de que las tradiciones son seres vivos y que tienen su propia sabiduría para renovarse. Y son seres vivos no como una abstracción sino porque están nutridas desde abajo”. 

El Festival del Son Arribeño y la Cultura de la Sierra Gorda 

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Es 31 de diciembre y contrario al pronóstico del tiempo no hace frío en Xichú. Todo está listo para la topada del 32 Festival del Huapango Arribeño y la Cultura de la Sierra Gorda.

Los tablados están listos, uno enfrente del otro, adornados con flores de papel, de muchos colores. Ahí se colocarán los poetas para enfrentarse a versos. En este caso, el encuentro será entre Tobías Hernández con los Compadres de la Sierra y Nicasio “Cacho” López con sus Ases.

Guillermo Velázquez platicó con Consideraciones sobre los orígenes del festival. Comenzó en 1983 como un evento para reconocer a los poetas viejos, entre los que destacaron Antonio Escalante, Tranquilino Méndez, Román Gómez, Tomás Aguilar y Zeferino Juárez, entre otros.

“El festival se empieza a hacer hace 32 años, empieza con un carácter de homenaje a los viejos huapangueros de la región que en aquel tiempo todavía vivían bastantes de los que ya estaban avanzados en edad; y se trataba pues de eso, de que públicamente se les rindiera homenaje a personajes de la música o de la poesía que habían dedicado su vida a la tradición y que estaban cerrando su ciclo, pues realmente no en todos los casos, de la manera como sería deseable que un músico que le dedica su vida a una tradición, la terminara”, explicó.

El comité organizador del Festival de Xichú

El Comité Organizador del Festival de Xichú

Treinta y dos ediciones es algo que se dice fácil, pero cada una de ellas representó grandes retos para el comité comunitario que lo organiza, el cual está formado por profesionistas, músicos, comerciantes, maestros, los Leones de la Sierra de Xichú y demás interesados.

“En particular este festival ha tenido la dificultad de que a partir de 1996 es completamente independiente, autogestivo, que depende del trabajo voluntario, de un comité, y de muchas personas que se suman y pues eso de suyo ya es una adversidad, pero también es lo que más satisfacción da: poder hacer algo que cuesta trabajo hacer pero que se logra gracias a la suma de voluntades y de generosidades”.

El trovador indicó también que para la realización del evento no se busca depender del apoyo presupuestal o logístico de las instituciones de cultura, aunque no lo negarían.

“En general nuestro criterio es hacer las cosas con base en el trabajo voluntario, no depender en ninguna manera de los recursos públicos o institucionales, no se desdeñan, pero no se buscan sino en algunos momentos”.

-¿Hay voluntad por parte de las autoridades para apoyar el festival?

– Pues no, hasta ahorita no, pero tampoco hay que estar dependiendo de eso, yo creo que los esfuerzos ciudadanos, te digo, son los que finalmente por sí solos pueden llegar a lograr cosas, a dar frutos, es una actitud no muy saludable, no hay que ir dependiendo de los recursos, ni dependiendo de que se interesen en esto, el interés tiene que surgir desde la raíz, como las flores en los árboles, estallan porque hay savia que las alimente, entonces fiestas como ésta, están alimentadas por esa savia que te digo, del amor a la tradición.

Para el festival del huapango arribeño en Xichú las puertas están abiertas para otro tipo de expresiones musicales. En su más reciente edición participó el grupo de blues La Mula de Sietes y Los Rastrillos, una de las agrupaciones de reggae más escuchadas en el país.

Don Guillermo Velázquez asegura que es posible invitar a artistas de renombre gracias al prestigio que a lo largo de los años ha adquirido el festival y por el esfuerzo del comité organizador para juntar fondos.

“Sí hay necesidad económica para sostener este festival, el sonido por ejemplo, nos importa dignificar lo que sucede aquí, con los artistas, por eso nos preocupamos de que haya un buen sonido y para eso trabajamos en el año”.

Organizan conciertos, eventos, rifas, para recaudar recursos y salir sin deudas de las fiestas. “Y eso es muy grato, no te imaginas la satisfacción que dan las cosas que se hacen con base al esfuerzo, no con base al paternalismo o la dependencia”.

Don Guillermo, sin embargo, afirma que hay mucha preocupación por mantener la dignidad de la tradición y no contaminar a ésta en el festival. No vacila en declarar la guerra a las canciones que hablan de asesinatos, drogas, metralletas de oro y levantones.

“Pero también estar atentos a lo que no nos sirve de nada, por ejemplo nunca se nos ocurriría invitar a un exponente del Movimiento Alterado aquí, porque eso sí es basura”.

La Topada

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Los poetas están listos. Uno enfrente del otro. Cada uno de ellos tiene a su lado a sus violinistas y jaraneros. El versador es el que también se encarga de ejecutar la guitarra huapanguera.

Los versos comienzan a las 11:45 de la noche del 31 de diciembre y no se deja de rimar hasta más allá de las 11 de la mañana del primero de enero. El año nuevo, en Xichú, siempre amanece con música y poesía.

Las gentes colman la plaza principal y las calles xichulenses. Vienen de todas las comunidades cercanas o municipios limítrofes, entre los que se encuentran San Luis de la Paz, Atarjea, Doctor Mora o San José Iturbide.

Pero también vienen de mucho más lejos: de Celaya, León, Querétaro, el Distrito Federal. Migrantes de diversas ciudades de Estados Unidos también llegan a zapatear al ritmo del son arribeño.

Casi todos con sombrero. Las muchachas y las niñas, los muchachos y los niños, con pantalón de mezclilla ajustado y camisa a cuadros. Las hebillas son grandes, algunas de las botas son picudas. Otros traen huaraches y morral.

Se bebe, con tolerancia de la autoridad pero sin presunción o agresividad. Se comen, muy bien, las delicias de la sierra. Enchiladas, gorditas, tacos, cecina. La fiesta se exacerba en todos los aspectos.

Para bailar, en Xichú nadie se hace del rogar. Tampoco se puede. El ritmo de la música incita a mover los pies. Los versos también invitan. Poeta contra poeta, la gente en medio aplaude y ve cómo poco a poco se va formando la décima, cómo se hablan uno de otro mediante la improvisación. Esto pasa toda la noche y parte de la mañana.

Bailadores

Dedicatoria a la juventud

Este año, 2014-2015, el festival fue dedicado a la juventud. El pueblo de Xichú dejó claro que preservar las tradiciones también es resistir. En un comunicado hecho por el comité organizador del festival se leyó en voz alta lo siguiente:

“Creemos que en estas horas oscuras que vive el país no debemos permitir que la degradada clase política, el crimen organizado y la voracidad de los grandes empresarios coarten nuestro derecho a vivir con dignidad, con alegría, con libertad.”

La desaparición de 43 estudiantes normalistas en Iguala, Guerrero, a miles de kilómetros de la serranía guanajuatense, no pasó desapercibida para quienes toman como misión impulsar la tradición huapanguera:

“Gravitan en nuestros sentimientos y en nuestro conciencia los 43 normalistas de Ayotzinapa y todos los jóvenes de Xichú, del país y del mundo que aún inmersos en adversidades grandes o pequeñas no cejan en su decisión de perseguir el brillo de la vida”.

Es fiesta, sí, pero los exponentes del son arribeño no se alejan de la realidad que vive el país. Hay diversión pero también conciencia. Lo que no hay, es miedo.

Ciro Flores Alvarado, un señor ya de edad, está en la topada. Ya zapateó varias veces. Él también es trovador. A la pregunta de que si al paso de los años va a continuar la tradición en Xichú, dice que sí, pero con reservas:

“Esto va a seguir muchos años más, mientras no nos llegue la guerra, porque la guerra nos amenaza, y si llega la guerra esto se tiene que ocultar un tiempo. Por ejemplo lo que pasó en Guerrero de los normalistas, eso es ya una amenaza que nos viene, llegó hasta acá y si no hay solución se va a venir una crisis, se va a venir la guerra, es lo que esperamos”. 

Huapangueros nuevos

Trío Gorrión Serrano
Trío Gorrión Serrano

Desde que nació, Alex Montaño Moreno está vinculado a la música tradicional. Ahora tiene 14 años, pero desde los 5 ya ejecuta el violín.

“Cuando estaba muy, muy chico, yo creo que como a los dos años, al año, me subía con mi papá a tocar con Guillermo Velázquez y los Leones de la Sierra de Xichú, y bueno yo estuve orejeando mucho, creo que unos cuatro años a don Chevo Méndez, un violinista emblemático, histórico, de los Leones, entonces pues escuchándolo me estuve uniendo con ellos”.

En la actualidad, es el violinista principal del Trío Gorrión Serrano, que interpreta melodías de son arribeño, calentano, huasteco y canciones populares. Ellos formaron parte del programa especial que se presentó en el Festival de Xichú.

Para él, el son tiene mucho futuro. En eso concuerda con sus maestros de anteriores generaciones. “Yo creo que la música mexicana nunca se va a acabar, yo creo que es algo que va a durar, y no creo que se termine la música hasta que se acabe realmente el mundo”.

Estudia en la Escuela Superior de Música, donde aprende de los grandes maestros de la música clásica y también perfecciona su estilo del son mexicano. No encuentra mucha diferencia entre estos dos géneros.

“Creo que no hay discrepancia entre las dos músicas, yo creo que son muy unidas, yo junto las dos para que vea la gente y tanto músicos, como los del público, que vean que no hay diferencia, son hermanas, no debe de haber competencia ni entre una y otra”.

La mujer y el son

María Isabel Flores, “Chabe”, también forma parte de los Leones de la Sierra de Xichú. Ella canta canciones como “La Tequilera” y también le entra a los versos junto con don Guillermo Velázquez durante las presentaciones, además es bailadora.

Ella considera que hay pocas mujeres en el mundo del son por la naturaleza propia del oficio de trovar.

“Yo creo que viene también de una tradición en que es un arte que se acompaña también con dificultades, o sea un trovador o un músico no es nada más un músico de escenario, es un músico que ha tenido que desplazarse, antiguamente, varias horas, a veces caminando para llegar a un compromiso para tocar”.

Abundó: “El hecho de ser una mujer la que tenga que desplazarse, la que tenga que dejar a los hijos, al esposo, no es fácil, yo creo que eso ha tenido mucho que ver, en que este arte del huapango arribeño de la improvisación del verso, de la poesía, no es nada fácil”.

Modernidad contra tradición

Actualmente, muchos tríos y grupos de música tradicional son contratados para amenizar bodas, bautizos, XV años y demás eventos sociales. Ello representa una buena fuente de ingresos para su subsistencia, quizá por eso recurren a tocar canciones populares con instrumentos tradicionales, como corridos, cumbias o rancheras a fin de complacer a quienes los contratan.

Sin embargo, Don Guillermo Velázquez no ve esto como un obstáculo para el cultivo de la tradición. “Yo no lo veo mal, siempre y cuando no se deje de lado el son, o sea, no se deje de lado por lo menos en una parte del repertorio que se interprete en alguna boda, en alguna fiesta, en lo que sea, que se le dé su lugar, al repertorio tradicional de sones, a la improvisación, etcétera”.

No obstante, se pronuncia en contra de que las interpretaciones de otros géneros predominen en los músicos tradicionales. “Ahí sí hay una perdida para todos, para los músicos y para los públicos, entonces yo creo que sí se llega a un equilibrio, pues yo no lo veo malo, yo creo que también en esto debe haber tolerancia y no sólo tolerancia, sino libertad.

“Y ya los públicos dirán si les gusta o no les gusta. Nosotros también cuando tocamos en fiestas o en boda pues tocamos canciones, no baladas, no cumbias, porque no las ensayamos, no tenemos tiempo, pero sí priorizamos lo que en esta tradición es lo definitorio: la poesía, la valona, el jarabe, el son, la improvisación”.

Tradición y modernidad
Tradición y modernidad
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Reportero. Estudió en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Celayense de corazón.

Un comentario
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    Dolores Sanjuan

    Buen reportaje! Ahí estuve y ahí he estado desde hace 5 años ininterrumpidos desde que conocí el festival, al cual voy como si fuera un asunto religioso. Gracias por compartir esta nota.Felicidades!

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